Tengo una pequeña toalla,
azul,
de poliéster y nylon,
que absorbe siete veces
su peso seco.
Con ella aclaro
las tardes de lluvia
y defino los paisajes
antes de que desaparezcan.
Describiendo
pequeños círculos,
borro mis huellas
en un inmenso pastizal.
Frotando,
con mucha paciencia,
despejo el cielo
mientras la Soyuz MS-10
cae como una piedra
sobre Kazajistán.
También deshago
la opacidad que cubre
al último toro de la tarde
y limpio tu rostro,
ya de noche,
en la Plaza Mayor
de Salamanca.
La pequeña toalla
le saca brillo a mi mundo,
azul,
de poliéster y nylon,
permanece junto a mí
hasta que el tiempo
saca sus conclusiones
y el día se apaga
como si fuera una pantalla.
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