22 octubre 2018

Gustavo Parrado

Ayer me enteré que Gustavo Parrado había muerto. La última vez que fui a Manicaragua, en septiembre de 2011, lo encontré en el mismo sitio donde lo había dejado: a dos puertas de la casa de mi padre, junto a su esposa, con una sonrisa de la que nunca lo vi desprenderse.
Gustavo, como Serafín Venegas, nació en General Carrillo, un pequeño caserío anclado en la Línea Norte de Cuba. Su hijo Gustavito y yo heredamos el cariño que nuestros padres se tenían. Siempre que iba a pasar las vacaciones en Manicaragua, jugábamos días enteros.
Gustavo Parrado manejaba un camión Skoda del Plan Escambray. No olvido un viaje que hicimos a Trinidad en él. Salimos por la madrugada. Aunque hacía mucho frío, yo insistía en sacar la cabeza. Los paisajes eran tan grandes que no cabían en la ventanilla.
Mientras el motor checoslovaco martillaba el silencio de las montañas, Gustavo y mi Padre nos fueron enseñándonos los nombres de aquella geografía: el río Ciego Laya, La Piedra, la loma del Sijú, Veguita, Jibacoa, la cueva del Guanajo, La Felicidad, Topes de Collantes, Maisinicú…
Ya de regreso, paramos en Jibacoa. Nos bañamos en el lago Hanabanilla y nos comimos un pan con aceite y ajo. Estaba acabado de hacer. Ese día entendí lo que quería decir la frase “recién sacado del horno”. Como ya oscurecía, comimos alumbrados por el resplandor de la panadería. 
La última vez que vi a Gustavo Parrado le recordé aquel viaje y soltó una carcajada. “Tu padre era un loco del carajo y yo siempre le seguía la corriente —me dijo—. Figúrate tú, crecimos juntos, allá en General Carrillo…”. 
Aunque solo se trató de un viaje en camión por las lomas de Manicaragua y de un pan con aceite y ajo, ese ha sido uno de los días más felices de mi vida. Salimos al amanecer y volvimos tarde en la noche. Quizás Gustavito recuerde cosas que yo ya he olvidado.
¿Por dónde andará Gustavito? Ojalá que estas palabras lo encuentren, le den el pésame y un enorme abrazo, igual al que nos dábamos cada vez que iba a pasarme las vacaciones en Manicaragua. Jugábamos días enteros.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

genial este post

Lázaro Isaac dijo...

Me encanta tu amor por el terruño a pasar de la distancia