Laika, Buck y Jack presienten que estaremos varias semanas sin vernos. |
Mi abuela Atlántida nunca lograba convencer a mi abuelo Aurelio de que fuera con nosotros a San Juan de los Yeras. El viaje era de apenas 40 minutos, desde el andén de nuestra casa hasta el andén de la casa de mi tía Titita (esa era la ventaja de pertenecer a una familia de ferroviarios que vivía en estaciones).
Mi abuelo tenía una excusa muy poderosa: los animales. Una perra (Laika), tres vacas (Blanquita, Mona, y Discordia) y tres terneros (casi siempre innominados). “Vamos, viejo, es solo una noche”, proponía mi abuela. “¿Y quién atiende a los animales, vieja?”, preguntaba mi abuelo.
Aunque al final acababa dándose por vencida, Atlántida nunca dejó de insistir una y otra vez. Cuando nos subíamos al tren de Mataguá, Aurelio le pedía que no se preocupara, que todo iba a estar bien. Aun así, por la ventanilla, ella le seguía dando instrucciones y recordándole cosas hasta que nos poníamos en marcha.
Diana y yo nos pasaremos varias semanas sin ir a la Loma. El viernes nos iremos de viaje y no volveremos hasta finales de septiembre. Aunque Alito cuida muy bien de Laika, Jack y Buck, me produce una rara angustia pasarme tanto tiempo sin verlos. “Cada vez te pareces más a tu abuelo”, se quejó mi Cucha.
El domingo en la tarde, cuando nos bajábamos del tren de Cumanayagua, mi abuela sacaba el queso y la mermelada de guayaba que mi tía Titita le mandaba a mi abuelo. “¡Los quesos de Maceda son los mejores de Cuba!”, decía Aurelio y, después de preguntar por sus nietos, ofrecía una excusa más.
“Menos mal que no fui…”, comenzaba diciendo siempre, antes de contar algo ocurrido durante el fin de semana con las vacas o la perra. “No podemos dejar a los animales solos, vieja, no podemos”, insistía. Ayer, cuando me despedí de nuestros tres perros, recordé a Aurelio.
“Los animales —le dije a mi Cucha—, el problema de los viajes son los animales”.
1 comentario:
El tren de Mataguá!!!!!!!!!!!!! Tantas veces hice el recorrido hasta La Jorobada.
Era un niño y aun lo recuerdo.Hace poco volví y ya no hay línea férrea, pero hice todo el traycto por donde iba el tren, sólo que yo iba a pie, rodeado de mi campo villareño, de recuerdos, y lágrimas por todo lo que no volverá.
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