26 septiembre 2018

370 km/h

Cuando el tren sale a la llanura
y alcanza los 370 km/h,
fijas la vista en el paisaje.
Haces un gran esfuerzo
para dar con algún detalle
entre los colores
del cielo y la tierra.
Encuentras un molino,
luego una encina solitaria
y al final algunas casas
probablemente deshabitadas.
No podrías explicar la razón,
pero asocias todo eso
con la idea que tienes
de la libertad.
“Soy un hombre libre”,
te dices a ti mismo.
Recuestas la cabeza
en el vidrio y bostezas
(pasaron toda la noche
volando sobre el océano).
Entran en un túnel.
“Después de las tinieblas
espero la luz”, citas
ya en el albor.
Justo en el centro
de la bóveda celeste
ahora hay un campanario.
La alta velocidad
te permite
ponerle el dedo encima
y hacer el intento
de borrarlo.


“Soy un hombre libre”,
repites mientras La Mancha
aparece y desaparece.

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