Cada
vez me cuesta más trabajo apropiarme de lo ajeno. Perdonen que lo haya dicho
más de una vez; pero creo que, pasados los 50, se adquiere el derecho a ser
reiterativo. Los himnos, las banderas y los símbolos que alguien alguna vez le
achacó a eso que llamamos patria; no me dicen más de lo que expresan por ellos
mismos.
Cuando
Beny Moré entona "me gusta ver cómo baja/ del monte el Hanabanilla/ y cómo
choca en la orilla/ de la roca que lo ataja./ Me gusta ver cómo encaja/ el
Escambray en el llano,/ me gusta el rancho de guano/ donde guajiro nací/ pero
más me gusta a mí/ Cienfuegos por ser cubano", siento que estoy oyendo mi
himno nacional.
Sin
embargo, cada vez que Perucho insiste en decirme bayamés y empieza con la
letanía de que al combate tengo que correr; me veo aún más distante.
Comprobé eso anoche, una vez más, cuando mis Águilas Cibaeñas volvieron a
derrotar al equipo de Granma en la Serie del Caribe.
Mi sentido de pertenencia, como yo, no es firme en sus principios sino en sus sentimientos. Gracias a eso, amanecí feliz hoy.
Mi sentido de pertenencia, como yo, no es firme en sus principios sino en sus sentimientos. Gracias a eso, amanecí feliz hoy.
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