Cuando
ya no sea el que besa tu espalda
justo
antes de quedarse dormido,
ni
el que atraviesa media isla
para
sembrar
el
fervor de tus ojos
entre
la neblina
y las tardes del sábado.
y las tardes del sábado.
Cuando
ya no pueda probar
que
fui parte de la historia
de
un país
que se quedó sin historia,
que se quedó sin historia,
ni
el viajero que perdió
todos
los trenes
de regreso a casa.
de regreso a casa.
Cuando
ya no logre asir
tus
manos pequeñas,
ni
volver
a
los olores,
los
ecos
y
las palabras
que
me dan sentido;
esparce
lo que quede
de
mí
entre
estos árboles.
Trata
que sea
lo
más
cerca
que
puedas
de
la cañada.
Deja
que el bosque
me
ensuelva,
que
los aguaceros
me
lleven de regreso
al
río,
al
mar
y
al polvo
del que provengo.
del que provengo.
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