Lilo
Vilaplana es un reconocido realizador de televisión en Colombia. Ha dirigido,
entre muchas otras producciones, las tres temporadas de El Capo, la exitosa serie que ha sido exhibida en Estados Unidos y en
toda América Latina… en toda América Latina excepto en Cuba.
Cuba
es un pesar que Lilo lleva con él a donde quiera que va. Por eso, cada vez que
tiene la más mínima oportunidad, hace que sus personajes se refieran a ella. No
satisfecho con eso, decidió producir con sus propios recursos una historia
totalmente cubana.
Para
poder hacer realidad su sueño, contó con la complicidad de cuatro compatriotas:
Alberto Pujols, Jorge Perugorría, Bárbaro Marín y Coralita Veloz. Fue así que
un edificio de La Candelaria, en Bogotá, se transformó en un solar de Centro
Habana.
La muerte del gato sucede en un día
cualquiera después de 1989, año en que desapareció la Unión Soviética y comenzó
el Periódo Especial, esa vergonzosa y prolongada crisis que condenó a los
cubanos a sobrevivir dentro de un paisaje lleno de ruinas.
Para
cualquiera que no conozca bien la realidad de la Isla, el filme puede parecerle
una tragedia. A los cubanos, en cambio, les resultará un retrato fiel de sus
vidas cotidianas. Unos pocos minutos le bastaron a Lilo para dejar al
descubierto todo lo que han tratado de enmascarar décadas de represión y
demagogia.
Hay
muchas cosas destacables en La muerte del
gato, desde la excelente realización (nunca antes una ciudad que no es La
Habana se había parecido tanto a La Habana) hasta el gran nivel de las
actuaciones. Pero por encima de todo eso, prefiero darle las gracias a Lilo
Vilaplana por su incondicional compromiso con los suyos.
Una
cosa más: La muerte del gato está
dedicado al escritor Ángel Santiesteban, quien cumple prisión en Cuba por decir
lo que piensa. Cada segundo que los personajes del filme se mantienen en
pantalla, hace que Ángel sea más libre, prueba su inocencia.
El
gato de Lilio Vilaplana tenía dos vidas. La primera la ofrendó para alimentar a
tres cubanos desesperados. La segunda, despertará aún más el hambre de libertad
de todos los que rompan el cerco de la censura y alcancen a ver la película.
5 comentarios:
Bien por Venegas, por Lilo y el querer a través del arte, ser más libres, contra la dictadura castrista y las que sean eh, las que sean.
Camilo, gracias por este artículo tan bonito que le dedicas a mi cortometraje "La muerte del gato" para mi es un honor que le regales estas palabra a mi relato fílmico.
Eres un tipo empingao, Camilo, no te lo mando a decir con nadie.
Gracias a Camilo, siempre acertado, siempre excelente en lo que dice, felicidades a Lilo, desde Bogotá donde vivo siempre lo leo, lo sigo en las redes...
Con talento pero sin sensibilidad no se hace arte. Lilo tiene ambos a montones y no podría lograr -ni que se lo proponga- menos de lo que logró. Y sí, Ángel Santiesteban voló por encima de la barraca disfrutando tamaño homenaje. Gracias Lilo!
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