Yasiel Puig hizo historia al obtener 4.9 millones de votos de los fanáticos. |
Por
primera vez en las Grandes Ligas desde 1968, cinco cubanos asistirán al Juego de las Estrellas. Ese es el tipo de frase que le encantaba decir al Fidel
Castro mercadólogo. Si se revisan sus 47 años de discursos interminables, cada dos
o tres párrafos se tropezará con una.
“Por
primera vez en las Grandes Ligas desde 1968, cinco cubanos asistirán al
Juego de las Estrellas”, habría dicho Fidel después de reacomodar los
micrófonos a la altura del momento histórico, no sin antes levantar el dedo
índice como si fuera una mirilla telescópica.
Con
toda seguridad, al publicista que creó eslóganes tan audaces como “Convertir el
revés en victoria”, le habría encantado ser el portavoz de esta gran noticia.
Si no fuera porque significa la derrota definitiva de su atroz política
deportiva, la cual condujo a la catástrofe, inning tras inning, a un deporte
que es un signo de identidad de Cuba.
Los
cinco peloteros cubanos que fueron reconocidos con los votos de los fanáticos, debieron recorrer un camino mucho más largo y denigrante que ningún otro jugador de
ninguna otra nacionalidad. Para empezar, tuvieron que escapar de su propio
país, donde aún les llaman desertores y prohíben toda noticia relacionada con
ellos.
Para
algunas de las leyendas del béisbol cubano reservó Fidel Castro sus peores insultos. “¡Despreciemos a esos que se venden por treinta monedas, como dicen
que fueron las monedas que recibió Judas por su traición!”, llegó a pedirle al
pueblo cuando el astro Rolando Arrojo decidió probar suerte en el mejor béisbol
del mundo.
Han
pasado 18 años de aquella penosa alocución. Para los jóvenes cubanos, Fidel Castro ahora no es más que el fantasma viejo y perdulario que les dejó un país sin futuro.
Yasiel Puig, Yoenis Céspedes, Aroldis Chapman, Alexei Ramírez y José Dariel Abreu,
en cambio, son héroes, ídolos, ejemplos a seguir.
Por
primera vez en Grandes Ligas, desde el remoto año de 1968, cinco cubanos asistirán al
Juego de las Estrellas. Sospecho que para este revés, Fidel Castro no habría encontrado
la frase que pudiera convertirlo en victoria. A fuerza de batazos, lanzamientos
a las esquinas y jugadas espectaculares, estos muchachos han derrotado cinco
décadas de intolerancia y absolutismo.
Aunque
es un hecho histórico para la historia de Cuba, la prensa del
régimen se asegurará de no mencionarlo. A pesar de que significa una de las
mayores hazañas del deporte nacional, ningún periodista se atreverá a
comentarlo.
Resulta
demasiado peligroso y sumamente desestabilizador el hecho de que cinco cubanos
se atrevieran a lograr el sueño de sus vidas. Que lo intentaran sin pedirle
permiso a nadie y a riesgo de perderlo todo, incluso la vida, es una derrota que
el invicto Comandante ya no está en condiciones de asimilar.
1 comentario:
¡Muy bueno, Camilo, muy bueno!
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