19 julio 2014

Deidamia, la muchacha que logró ser escritora

(Versión de la presentación del libro Pequeñas obsesiones, de Deidamia Galán, publicada en la columna Como si fuera sábado, de la revista Estilos).

Este es un país lleno de exuberancias. A pesar de su poca extensión territorial, su clima y sus riquezas naturales hacen que abunde casi todo. En la sociedad dominicana actual también impera la prodigalidad. Al extremo de que a veces hay enormes excedentes. Sobran, por ejemplo, políticos, militares, funcionarios, abogados, edecanes, consultores, relacionistas…
Sin embargo, hay un espécimen, fundamental para el equilibrio biológico de las sociedades, que está en un grave peligro de extinción. Me refiero a ese individuo simple, casi siempre humilde y desprotegido, que es un escritor con la necesidad de decir cosas que realmente aporten y hagan falta.
Obviamente no me refiero a los que se consideran a sí mismos magnánimos clásicos vivientes, tampoco a los que solo dialogan, desde una altísima torre de marfil y en tono engolado, con un espejismo tan abstracto como es la posteridad.
Hablo, simple y llanamente, del escritor que respira, come, tose, escupe, suda, orina, desea y se reproduce como el resto de sus congéneres. Hablo de los que son capaces de interactuar con la sociedad en la que viven y, después de libar desde lo más sublime hasta las excresencias, aportan una miel tan escasa y valiosa con lo son las ideas.
Conocí a Deidamia Galán por los mismos años en que República Dominicana y yo nos estábamos reconociendo. Fue en Casa de Teatro. Aunque ella todavía es muy joven, en aquel entonces hasta yo lo era. Recuerdo que se me acercó y me dijo que quería ser escritora.
Hoy tengo que darles dos noticias, una buena y otra mala. La buena es que puedo asegurarles que Deidamia, aquella muchacha que quería ser escritora, lo logró con creces. tengo la prueba en mis manos. La mala, es que la chica pertenece, lamentablemente, a una especie en grave peligro de extinción.
Hasta finales del siglo XX, los intelectuales eran tipos que necesitaban de mucho tiempo y de enormes libros para producir sus interacciones con las sociedades donde vivían. Ahora ese imprescindible acto muchas veces sucede en tiempo real.
La web 2.0 y las redes sociales han trastocado todos los paradigmas y el intelectual no ha sido infalible a eso. Deidamia no solo es capaz de escribir un libro de poemas, límpiamente bueno, como “Pequeñas obsesiones”, y un montón de versos de una sencillez estremecedora; también ocupa su lugar como un ser pensante dentro de la sociedad en la que vive y eso es doblemente admirable.
Estamos en una época en la que a cualquiera que perpetra una canción le llaman “poeta” y al que trama autoayudas, “filósofo”. Creo que al presentarles los poemas de Deidamia Galán, estoy contribuyendo a combatir esas falacias. La honestidad de estos poemas y la sencillez con la que están dichas las ideas más complejas, son una lección tanto para los embusteros como para los engreídos.
Recuerden que al principio les dije que en su país, que es ya también el mío, sobraban muchos tipos de gente. Deidamia, en cambio, pertenece a los que cada vez son menos. Por eso es importante que contribuyamos a proteger a esta muchacha que admite, con una honestidad sobrecogedora, que “todos los días pierde la batalla”.
República Dominicana es un país lleno de exuberancias y eso hay que celebrarlo todos los días. Pero también hay que celebrar lo escaso, lo que resiste, lo que perdura. Por eso quise hablarles hoy de Deidamia Galán, presentarles su libro.

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