28 agosto 2012

Yo soy guajiro natural

Unos meses después de llegar a La Habana, para estudiar teatro en la Escuela Nacional de Arte, comencé a perder el acento villareño (que es un tono más alto que el habanero y alarga el final de cada frase como si se estuviera dentro de un lugar con eco). 
Mi forma de vestir también cambió al poco tiempo de estar interno en Cubanacán. Me deshice de las camisas Yumurí a cuadros y conseguí unas a rayas con cuello chino, lo más parecidas posibles a las que usaba Silvio en los escenarios argentinos.
Nunca más volví donde Castellanos, el barbero del Paradero de Camarones. Cuando se acabó el semestre, tenía el pelo más largo que John Lennon en la foto en que está en pijama. A partir de ese momento, el campesino que seguía siendo quedó totalmente disfrazado de un snobista estudiante de arte.
Recuerdo que una vez acompañé a Salvador Lemis (Él y Eloy Ganuza prácticamente me adoptaron en mis primeros meses en la ENA) a la casa de una profesora que, según él, se había enamorado de mí. Los oí hablando en la cocina. “Él es inteligente y bueno –dijo ella–, pero pobrecito, es tan guajirito”.
Por más que luchaba para tratar de sofocarlo, el campesino que llevaba dentro siempre afloraba y acababa delatándome. Solo una vez logré confundir a alguien. Fue en el estadio Latinoamericano. Jugaban Industriales contra Villa Clara y salté eufórico con un jonrón de Víctor Mesa.
–Asere, ¿cómo un habanero va a estar con los guachos esos? –Me dijo indignado un fanático que no podía ocultar su odio por la Explosión Naranja.
No tuve valor para decirle que en verdad era de un pueblecito del municipio Cruces. Por primera vez me confundían con un habanero y quise disfrutar ambos momentos: el batazo y el timo. Hoy Diana se estaba leyendo a Sartre y, mirando una foto de Simone de Beauvoir, me dijo que hubiera querido tener un marido como el filósofo francés.
–¿Por qué no te haces existencialista? –Me preguntó en broma.
–Ya no puedo, yo soy guajiro natural –le respondí en serio.

6 comentarios:

Osmani Baullosa Acosta dijo...

“Él es inteligente y bueno –dijo ella–, pero pobrecito, es tan guajirito”. Coñó, ¡qué clase de perra! Escupiste el suelo que pisaba, supongo.

Juan Francisco González-Díaz dijo...

¡Muy bueno! , yo también soy guajiro natural, de tierra "colorá" y criado en una cuartería. Saludos.

Diana S. dijo...

Jajajaja. Tu eres un más existencialista que Sartre.

Camilo Venegas dijo...

Bueno, si tú lo dices, entonces soy un guajiro natural y... existencial. Jajajaja...

RAYSA dijo...

CAMILO CUANDO YO TE CONOCI EN LA ENA PARECIAS UN PEPILLO INTELECTUAL HABANERO SIEMPRE ANDABAN ALEXIS EL MAJA Y TU CON EL LIO DE BARBA Y FITO PAEZ CUANDO NAAAAAADIE EN LA HABANA SABIA TODAVIA QUIEN ERA FITO PAEZ///// CUANDO ME DIJISTE QUE ERAS DE UN CAMPO DE LAS VILLAS NO TE LO CREIA///// QUE TIEMPO TAN LINDOS AQUELLOS ERAS UN PELUITO PESAITO Y INTELIGENTE QUE NO SOPORTABA QUE NADIE PENSARA DIFERENTE A TI/// RECUERDO TUS BRONCAS CON LA PROFESORA DE TEATRO INFANTIL LA GORDITA QUE HABIA ESTUDIADO EN MOSCU//// LA POBRE SE VOLVIA LOCA CON USTEDES//// QUE LOCURA AQUELLA ESCUELA///// Y EL BOSQUE HUMMMMMMM////// SIGUES SIENDO EL MISMO NO CAMBIAS TE FELICITO//// Y DE GUAJIRO NADA MIJO JEJE

el avileño de pura cepa dijo...

asere deja el descaro que a ti lo único que te queda de guajiro es el amor por el paradero de los trenes de Camarones... tu siempre has sido un habanero confundio... un abrazo y felicidades por este tronco de blog...