Bladimir Zamora nos invitó al Patio de la Egrem. Allí
estaría conversando con Adriano Rodríguez, el mítico cantor de cubanidades.
Entre el público tuvimos la fortuna de encontrar a Joaquín Borges Triana, el
hombre que sueña por la oreja. Su abrazo y su cariño nos dio la bienvenida dentro
de aquellas cuatro paredes de sonidos esenciales.
Atrincherado en un cubalibre, Adriano cantaba cosas de los apellidos
que hay que cantar para ponerle música a la palabra Cuba: Garay, Corona, Vera,
Rodríguez y Milanés, entre muchos otros. A propósito de Pablo, nadie pasó por
alto su decisión de cantar “Años”. De ahí el carácter conspirador que todos le
dieron al aplauso.
Entre canción y canción, Bladimir y Adriano conversaban. A
su alrededor tenían una guitarra, una botella de Carta Oro, un refresco de
cola, hielos derretidos y una jaba de panes. “Les agradezco que todavía tengan
deseos de escucharme —le dijo Adriano a su público—. Cada vez que me llamen voy
a venir. Yo seguiré cantando mientras ustedes tengan deseos de
oírme”.
Muy pocos de los jóvenes que le pedían canciones y le aplaudían, conocían
la verdadera dimensión de Adriano. Tampoco les hacía falta. Ya están demasiado
lejos aquellos tiempos en que le llamaban “El Pedro Vargas de Guanabacoa”. Sus
dúos con Paulina Álvarez, Barbarito Diez, Celia Cruz, Carlos Embale y Pablo
Milanés solo se recuerdan por el renombre de la voz prima.
Cada vez que hacía silencio, se subrayaban las carencias de
aquel hombre rodeado por una guitarra, una botella de Carta Oro, un refresco de
cola, hielos derretidos y una jaba de panes. Pero su voz le hacía rico, tanto a
él como a nosotros, que también teníamos a un cubalibre por trinchera, en el
centro de una Habana cuya única riqueza consiste en pobrezas como esa.
4 comentarios:
fenomenal escrito, gracias Camilo
...en el centro de una Habana cuya única riqueza consiste en pobrezas como esa.
Me encanta!
Y un beso a nuestro querido Bladi por brindarnos una oportunidad como esa.
te voy a demandar por las emociones que me arrancas cada vez que escribes y das en la diana, (ahora con Diana), en las esencias de esa cosa extrania a la que estamos irremdiablemente unidos; ese pais que tiene 4 letras y no es Peru; esa utopia que no fue porque no era nuestra, pero que algún dia sera aunque ya no para nosotros (he llegado a pensarlo) sino para otros, si es que algún dia... bueh! feliz navidad, asere!!!
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