Desde hace unos días, cada vez que tengo tiempo, acometo
labores de “limpieza y embellecimiento” en mi iTunes. Lo de la limpieza, se
debe a cosas que con seguridad ya no voy a volver a escuchar. Al menos de motus
propio. Cantautores de tercera que copian a segundos y primeros. Canciones que,
con el paso de los años, se han ganado mi animadversión. Cosas insulsas que no
las salva ni la nostalgia…
Lo del embellecimiento no solo tiene que ver con la apariencia
sino también con el contenido. Ahora todos los discos tienen sus cubiertas
originales y poseen la información indispensable. El mayor aliciente que he
tenido para hacer eso es el iCloud, la increíble nube que anunció Steve Jobs y
que estará disponible de manera gratuita en unos días.
Cada vez me cuesta menos trabajo deshacerme de las cosas. En
el camino de la estación de ferrocarril del Paradero de Camarones a Quinta Font
(un trayecto mucho más largo que los 1,062 kilómetros y 58 metros que separan a
ambos puntos en línea recta), perdí muchísimos libros, todos los discos de vinilo
y la mayoría de mis CDs. Gracias al iTunes, poco a poco, he ido recuperando las
cosas que me eran indispensables.
La mejor noticia de todas es que esta vez no volveré a perder
la música que atesoro. Nadie la puede manosear ni nadie se la puede llevar. Los discos que me definen, las cosas que
suelen sonar cuando yo soy más yo, ahora estarán allá arriba, como una
sombrilla siempre dispuesta a cubrirme de todo desamparo. Porque no hay nada
peor ni más penoso que un individuo que necesita oír una canción y no la
encuentra.
2 comentarios:
Coño asere tu te pasas.
me alegro por eso
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