Resulta que Hebe de Bonafini, esa señora con una cara perfecta
para la etiqueta de un postre, también es una vulgar corrupta. Ahora me tranquiliza
que no fuera solidaria con la causa de las Damas de Blanco. Es un alivio saber
que prefiriera apoyar al dictador que oprime a las perseguidas de mi país.
Eso reafirma la pulcritud de las cubanas.
Muchos argentinos sospechaban desde hace un tiempo que algo
olía a podrido en la Plaza de Mayo. La aprensión fue creciendo poco a poco
hasta que estalló el escándalo. Sergio Schoklender, el apoderado de la
Asociación que representa a las ancianas, a quien todos mencionan como “el
hombre con gafas oscuras”, ha malversado cientos de millones con el cuento de
las reivindicaciones sociales.
Siempre al lado de Hebe, Sergio se movilizaba en un Ferrari
o en un avión privado. Cuando quedaban exhaustos (hablar en nombre de los más
necesitados también cansa), se iban a pasear en yate por el río de la Plata. A
los que aún no se explican qué mueve la maquinaria de apoyo a los Kirchner
(primero al esposo y luego a la viuda), este caso puede ayudarles a resolver su
dilema.
Los jueces argentinos ahora buscan 300 millones de dólares que
pertenecían al erario público y que no aparecen por ningún lado. No dudo que,
si el caso se le escapa de las manos a Cristina, envíen a otro hombre con otro
maletín desde Caracas. Todo es posible entre estas mafias "revolucionarias" y antiimperialistas.
Mientras tanto Hebe, esa mala madre de la Plaza de Mayo, seguirá
provocando cada vez más indignación en muchas de sus correligionarias. Me imagino
que ellas ahora sienten algo parecido a lo que sentimos los cubanos cuando la
vimos acurrucarse en el pecho de quien nos reprime.
¡Qué coraje!
2 comentarios:
¡Y tanto Camilo, y tanto!
Muy cierto!!!
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