Solo entro a Cubavisión durante la temporada de béisbol. Además,
casi por disciplina, he programado la cajita del cable para que grabe todas las
películas que pasen en ese canal. Gracias a eso ya tengo una apreciable
colección que permanece a salvo en un folder. Para ello, me he asegurado de que no se borren
cuando el disco duro del aparato necesite espacio.
Eso me ha permitido hacer un interesante ejercicio de
revalorización. Algunas de las películas que recordaba con cariño, ahora me han
resultado sosas, pobres y hasta ridículas. En cambio otras, a las que no les di
mucha importancia en su momento, me han sorprendido con cosas que no advertí entonces.
El valor antropológico de algunas, donde se revela cómo éramos y dónde habitábamos,
es lo que más agradezco siempre.
Pero ver películas cubanas también se me ha convertido en
una experiencia muy agotadora. Mi pareja es dominicana. Estudió en su país y en
Europa. Sus referencias culturales son las de cualquier individuo normal de una
sociedad normal de finales del siglo XX y principios del XXI. Eso la hace
incapaz de entender lo que sucede en esos filmes.
Cada vez que se produce un giro en las tramas, tengo que
poner pausa y explicarle qué está sucediendo y por qué los personajes se
comportan de esa manera. No niego que, en la mayoría de los casos, disfruto
mucho verlas otra vez. Pero ya estoy cansado de tener que explicarlas tanto.
10 comentarios:
JAJAJAJAJAJAJ.
Camilo. No creo que exista un cine tan enamorado de su realidad. Tanto, que resulta de lectura difícil para quien no la conoce. Eso pasa también con gran parte de la literatura cubana. Cuando empiezo a leer una novela de autor cubano actual, en el 80% de los casos me parece que estoy comenzando La nada cotidiana. Yo lo llamaría contexto sobredeterminante... casi una esclavitud.
cono compadre, y porque no compartes las peliculitas?
Tienes razón, Camilo.
Sólo te pongo un ejemplo reciente.
Una vez, en La Habana, Pastor Vega me increpó que "los críticos no entendían sus películas" y se lamentaba de que siempre las consideraran con defectos.
Cuando yo entrevisté a su hijo Aarón en 1999 a propósito del estreno aquí de "Las profesías de Amanda" le comentaba ese desencanto de su padre y se lo atribuía a que un cineasta no puede quedar bien con Dios y con el Diablo y le ponía como ejemplo el caso de Titón. Solo cuando se quitó de encima la doblez que le imponía el ICAIC, solo entonces, pudo producir una película como "Fresa y chocolate", una obra cumbre del cine cubano. Claro que a Titón lo pongo como caso aparte porque casi todas sus películas se explican por sí mismas. Su caso es un avis rara en el cine cubano. Creo que por ser siempre Titón, en las buenas y en las malas, pudo hacer la obra que nos enorgullece a todos.
Como tú muy bien dices, hay muchos ejemplos de casos similares dentro del cine cubano, unos para bien y otros para mal. Uno, como cubano, entiende las películas, sabe lo que el director pretende (o pretendió), pero los de "afuera", los que por suerte no tuvieron que someterse a esos "vericuetos del destino", no tienen por qué saberlo.
Gracias por enviarme la copia de tu lúcida reflexión.
Me pasa, incluso con mucha de las ultimas...la realidad cubana es tan compleja a veces que no se como explicar coherente...
Hola Camilo, no nos conocemos aunque desde España, donde vivo exiliado desde 1994, soy fiel seguidor de tu blog. Yo también he ido acopiando una buena "filmoteca" de cine cubano, pero salvo excepciones la calidad es pésima. No es que la calidad de Cubavisión sea buena, de hecho es la peor de las cadenas que trasmiten por el satélite digital aquí, incluidas las africanas, pero ¿existe alguna posibilidad de compartir tu filmoteca. Mi email es tagoca87@gogglemail.com
Yo creo que a todos nos sucede igual cuando compartimos con un no-cubano esas películas. Mi opinión es que no tratan temas universales por lo general. Ese localismo en el arte es su condena al olvido.
Si sumas a eso el hecho de que ese "color local" hay que situarlo en una realidad demencial y delirante como lo es la realidad cubana, entonces ¡apaga y vámonos!
¿Nunca leíste la crítica de Zumbado a "Retrato de Teresa"?... Se llamaba "El yoyo de Teresa", y la verdad, así mismo la veo ahora, (quitando la mística de las galúas a Llauradó) como el iluminado Héctor en los viejos setentas. "¿Y si yo hubiera hecho lo mismo, eh?, ¿y si sí qué, y si qué qué...?" Me pasa como a ti, de chamaco me aburría Memorias del Subdesarrollo, y ahora no puedo dejar de descubrir nuevas lecturas, lúcidas, proféticas. Claro que sigo prefiriendo a los Vampiros en La Habana.
Te entiendo perfectamente, porque cuando con mis parejas u otros amigos mexicanos empezamos a hablar de Cuba y piden explicaciones, mi respuesta es: "mejor cambiemos de tema, ¿para qué te explico lo que no podrías entender?".
Camilo compadre, miralas solo....jejejjeee
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