Casi todos los escritores cubanos que han decidido decir lo que realmente piensan de la dictadura, han sido blancos de cobardes ataques. Entre las miserias perpetradas contra ellos, hay una que se repite como una constante: los trapitos sucios. Manuel Díaz Martínez, Jesús Díaz, Raúl Rivero, Jorge Luis Arcos y Ángel Santiesteban, entre muchos otros, han sido víctimas de ese juego sucio del régimen y sus comisarios.
El vehículo predilecto para cometer la fechoría, hasta ahora, ha sido La Jiribilla, un órgano donde los “talibanes” más fundamentalistas ha encontrado un servidor con una capacidad inagotable, tanto en terabytes como en infamia. En esa web volvieron a publicar recientemente unas fotos donde se ve a Jorge Luis Arcos participando en actividades de la UNEAC. Admito que, al menos en este caso, sigo sin entender el “chiste”.
Por más que he tratado de seguir su burda lógica, no logro captar la ironía. Aun así, gracias a esa lamentable publicación contra Yoyi Arcos, reconstruí en mi cabeza todos aquellos años que trabajamos puerta con puerta. Él era director de la revista Unión y yo redactor de La Gaceta de Cuba. Una vez, no recuerdo por qué razón, los equipos de La Gaceta y Unión fuimos convocados a casa de Graziella Pogolotti.
Asistimos todos: Norberto Codina, Arturo Arango, Enrique Saínz, Yoyi y yo. No olvido que llovía a cántaros y que nos bebimos al menos dos botellas de ron de contrabando. En algún momento de la conversación, donde supongo que planificábamos los próximos números de las revistas, Graziella mencionó a Fidel Castro. Desinhibido ya por los efectos de aquel alcohol mal destilado, Yoyi se puso de pie y salió al balcón.
En lugar de dirigirse a nosotros, gritó hacia la Plaza de la Revolución (que quedaba en línea recta, subiendo por la calle Paseo): “¡Fidel Castro es un asesino, Graziella, Fidel Castro es un asesino!”. Sólo pudo repetirlo dos veces, porque Norberto Codina le cayó encima y logró taparle la boca. Puestos a sacar trapitos, rescato este, cuyo recuerdo mantengo límpido.
El vehículo predilecto para cometer la fechoría, hasta ahora, ha sido La Jiribilla, un órgano donde los “talibanes” más fundamentalistas ha encontrado un servidor con una capacidad inagotable, tanto en terabytes como en infamia. En esa web volvieron a publicar recientemente unas fotos donde se ve a Jorge Luis Arcos participando en actividades de la UNEAC. Admito que, al menos en este caso, sigo sin entender el “chiste”.
Por más que he tratado de seguir su burda lógica, no logro captar la ironía. Aun así, gracias a esa lamentable publicación contra Yoyi Arcos, reconstruí en mi cabeza todos aquellos años que trabajamos puerta con puerta. Él era director de la revista Unión y yo redactor de La Gaceta de Cuba. Una vez, no recuerdo por qué razón, los equipos de La Gaceta y Unión fuimos convocados a casa de Graziella Pogolotti.
Asistimos todos: Norberto Codina, Arturo Arango, Enrique Saínz, Yoyi y yo. No olvido que llovía a cántaros y que nos bebimos al menos dos botellas de ron de contrabando. En algún momento de la conversación, donde supongo que planificábamos los próximos números de las revistas, Graziella mencionó a Fidel Castro. Desinhibido ya por los efectos de aquel alcohol mal destilado, Yoyi se puso de pie y salió al balcón.
En lugar de dirigirse a nosotros, gritó hacia la Plaza de la Revolución (que quedaba en línea recta, subiendo por la calle Paseo): “¡Fidel Castro es un asesino, Graziella, Fidel Castro es un asesino!”. Sólo pudo repetirlo dos veces, porque Norberto Codina le cayó encima y logró taparle la boca. Puestos a sacar trapitos, rescato este, cuyo recuerdo mantengo límpido.
7 comentarios:
Chiquito: Muy buen post. Merci,
En realidad es una muy buena estrategia, una especie de terapia de purificacion colectiva, que nos haria superar uno de los peores vicios que nos impide levantarnos: Por cada trapito sucio, dos "manos" con detergente; pues muy bueno.
Excelente, Camilo, pongamos a hervir los trapitos sucios que estos desgraciados sacan para que nuestros recuerdos de aquellos tiempos se purifiquen al sol. Su odio no nos puede contaminar. Un abrazo y gracias por ese textos sobre Arcos, a quien admiro por sus ensayos sobre poesía y por su integridad.
¡Eso es poeta! Limpieza con esta gente, hay que hacer una limpiarle el odio a nuestra memoria colectiva.
Sí, porque si vienes a ver, qué de malo puede tener, en cualquier otro país del mundo, que un escritor que viva "fuera", al regresar a su país visite a sus amigos y colegas, asista a sus lecturas literarias? Eso es lo más normal del mundo en los países normales... Sólo en el nuestro es un trapito que debe ser divulgado o guardado como as bajo la manga con segundas y terceras intenciones.
Como dijo Ponte, buen Post¡¡
Por desgracia ahora es el turno de Angel Santiesteban, parece ser que les ha dolido mucho el blog que el hizo y les ha dolido que sea en cubaencuentro donde tiene tantos lectores.
ahora esta gente no solo tiene a la Jiribilla para sacar sus estupideces, tienen a M.H. Lagarde, bloggero oficial que ya se encargo del "caso Santiesteban".
No dejemos que Santiesteban sea otra victima, denunciemos todo el acoso que esta viviendo.
Laura
¿Cuán malo tiene que ser un sistema/régimen/gobierno para que destaquen que sea deleznable reunirse con ellos mismos. Lo mismo que sucedió con Elizardo Sánchez: "Eres malo porque fuiste nuestro cómplice" (suponiendo que fuese cierto).
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