A finales de la década del 70 estuve becado en la escuela secundaria de El Nicho, uno de los puntos más intrincados del Escambray cienfueguero. Sólo había dos maneras de llegar hasta allí: en barco, a través del lago Hanabanilla, o en una guarandiga que trepaba por la loma de Los Músicos con un paso tan lento como el del mulo de Lezama por el abismo.
Éramos alrededor de 400 alumnos que permanecíamos cercados por las montañas y el lago. Vivíamos dentro de unas naves prefabricadas de madera y fibrocemento. No teníamos ni televisión ni radio. A diario recibíamos muy pocas señales del mundo exterior: el sonido de un avión que atravesaba el cielo por las tardes, el martilleo de los barcos que trasegaban por el lago y el ruido ensordecedor de la guarandinga.
Su interior tenía muy poca ventilación y casi siempre olía a vómito, pero nada de eso nos importó nunca; porque gracias a la guarandinga podíamos bajar a Cumanayagua y tomar el tren para el Paradero de Camarones. Desapareció sin penas ni glorias, pero aquel artefacto, armado con un Zil de Guerra y un pedazo de guagua, nos desvolvía una felicidad incalculable cuando desataba sus estruendos y se lanzaba loma abajo.
Éramos alrededor de 400 alumnos que permanecíamos cercados por las montañas y el lago. Vivíamos dentro de unas naves prefabricadas de madera y fibrocemento. No teníamos ni televisión ni radio. A diario recibíamos muy pocas señales del mundo exterior: el sonido de un avión que atravesaba el cielo por las tardes, el martilleo de los barcos que trasegaban por el lago y el ruido ensordecedor de la guarandinga.
Su interior tenía muy poca ventilación y casi siempre olía a vómito, pero nada de eso nos importó nunca; porque gracias a la guarandinga podíamos bajar a Cumanayagua y tomar el tren para el Paradero de Camarones. Desapareció sin penas ni glorias, pero aquel artefacto, armado con un Zil de Guerra y un pedazo de guagua, nos desvolvía una felicidad incalculable cuando desataba sus estruendos y se lanzaba loma abajo.
3 comentarios:
Para ir de Artemisa a la Tumba, cuando todo eso era Pinar del Río también había que esperar un artefacto parecido, pero con el mismo nombre. Para comunicarse con el chofer se tiraba de una soguita que tocaba una campana. No es era así?
Contra, me recuerda de las escuelas al campo que pase por alla por el Escambray, (la parte villareña). Cordovanal, Veguitas, Cancan. La unica forma de llegar a Cancan, Picos Blancos etc era en la guarandinga. Como decia el poeta:
?Que cosa es la guarandinga?. No es un camion ni una guaga ni la cabeza de.....un guanajo.
Ese esfuerzo lo estas disfrutando ahora, con tus analisis, y tu trayectoria envidiable para muchos.
Un abrazo
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