(De Estación del Norte, Libros del Fogonero, 2024)
Puntual, albariño en mano, Ponte llega a las 19:00.
Se sienta de espaldas a Madrid y rara vez
vuelve a reparar en ella.
Puestos al día, repartidos los encargos
y servidos los abrazos,
nos alistamos para irnos a La Habana
o perdernos en una de aquellas seis provincias
que acabaron siendo borradas de los mapas.
Porque el destino,
en un principio,
siempre será aquel país
del que tanto se habla y tan poco queda.
El polvo de las ruinas acaba cayendo
sobre los versos de un poeta,
portugués posiblemente,
inglés si viene al caso,
ruso si resulta inevitable.
Pasa lista.
Alaba,
inculpa,
celebra,
condena,
rinde honores.
Pero a lo que más tiempo dedica
es a modificar el pasado,
a establecer el relato
de lo que no ocurrió,
de lo que pudo haber sido,
esa página en blanco a la que también
debemos llamar nación cubana
para no quedarnos con las manos vacías.
Se pone de pie para decir el nombre
de José Alfredo Jiménez,
quita una canción de un manotazo
y pide que la Lupe suba por fin a escena.
Entre bolero y bolero demuestra alguna tesis,
luego se queja de la pobreza
de los postres de Castilla
o canta en italiano una balada de amor.
Lola Flores puede hacerlo llorar
si promete, con Celia Cruz como testigo,
que jamás volvería.
También llora si se imagina el regreso
y cae en cuenta de que Sigfredo Ariel
no estará allí para esperarnos.
Invocamos por última vez
a la delicada isla,
no la de Borges sino la íntima,
la nuestra,
esa que por perder
acabó perdiéndonos.
Ya de madrugada,
si Elena decide cantar lo sentimental,
un vecino puede tocar
para hacernos entender la hora que es.
Llegado el momento de irse
por fin vuelve a mirar a Madrid,
lo hace como si tratara
de recordar cómo vino
a parar aquí,
cómo aprendió a orientarse
sin esa brújula que es el mar.
La mañana entonces está por llegar
y ya sabemos que, en esta ciudad,
espera hasta el último minuto
para hacerlo.
Nos asomamos a la terraza para verlo ir.
Camina de prisa,
como si siguieran esperando por él.
Siempre me queda la duda
si en verdad se dirige a la Estación del Norte
o aún va del Vedado a La Habana Vieja.
Le preguntaré eso la próxima vez,
cuando llegue puntual, albariño en mano, a las 19:00.
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