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En 2011, junto a Aracelia y Yuyo, dos de los personajes más queridos de mi pueblo. |
En
2011, cuando regresé al Paradero de Camarones después de 10 años de ausencia,
Yuyo Serralvo me abrazó con fuerza. Sentí sus huesos incrustados en mi pecho y
en mi espalda. “Camilito, cará, yo creía que me iba a morir sin volver a
verte”. Esa fue la primera y única vez que lo vi llorando.
Él
fue el primer delegado del Poder Popular en mi pueblo. Llegó a ser el más
antiguo de la provincia de Cienfuegos, porque siempre lo reelegían por
abrumadora mayoría (el delegado es el único cargo público que se elije en Cuba
por voto directo desde hace 57 años).
Aunque
era un humilde obrero azucarero, tenía la resolución de un estadista. Con su
machete despejó en cuadro de 400 pies de largo en medio de un cañaveral. “¡Ya
tenemos estadio de pelota en el Paradero de Camarones!”, dijo al final, exhausto,
rojo como un tomate.
Hizo
aceras, un parque infantil y alumbró a todo el pueblo con luces de mercurio
(entonces la gente se reunía debajo de los postes para comprobar que la ropa
cambiaba de color). Pero el mayor sueño de Yuyo fue conseguir un mar donde
echarle flores a Camilo.
Como
el río más cercano está a 7 kilómetros, solucionó el asunto construyendo un
estanque. Cada 28 de octubre, los estudiantes de la escuela rural Conrado
Benítez teníamos que cargar cubos de agua hasta que aquel muro se viera como un
malecón.
Muy
ceremonioso, Yuyo vertía en él azul de metileno. Cuando el agua alcanzaba el
color del mar, daba un discurso que siempre terminaba con la misma frase: “En
el pueblo hay muchos Camilo y el Paradero de Camarones tiene su Camilo”.
Entonces, mientras todos aplaudían, él me cargaba sobre sus hombros.
Una
vez, en medio de una enorme discusión por algo que no recuerdo, su esposa trató
de calmarlo: “Yuyo, no cojas tanta lucha con este pueblo, que cuando tú te
mueras nadie se va a acordar de ti ni de lo que hiciste”. Me buscó con una
sonrisa cómplice: “¿Tú oíste eso, Camilito? —dijo sujetándome fuerte del brazo—
Angelita cree que yo me voy a morir”.
Aunque era marxista y se cagaba en Dios a cada
momento, él es capaz de resucitar para seguir haciendo cosas por el Paradero de
Camarones. Búsquenlo bien, que a lo mejor aparece.