Está
perdida en la maleza de las alturas de Santa Clara, a unos pocos kilómetros de
Placetas. Los viejos ferroviarios contaban que era la estación donde más
bajaban las temperaturas en toda la isla, por eso preferían evitar la
intemperie de su andén en tiempo de frío.
Hasta
enero de 1976, fue un importante enlace en la Línea Central de Cuba. En ella
nacía la sinuoso línea de Trinidad y combinaban varios trenes locales con los
que circulaban entre La Habana y Santiago. A partir de esa fecha, en que se
inauguró el nuevo trazado de la vía principal, Cumbre quedó atrapada en el
interior de un ramal.
Primero
fue cerrada al público, luego convertida en viviendas. A partir de ahí comenzó
un lento viaje hacia las ruinas que aún no termina. Aunque ya su fachada está desfigurada,
aún puede intuirse la elegancia de sus dos andenes. Según los que han estado
ahí, una densa neblina pasea por ella todas las noches.
Hace
unos meses, Carlos Alejandro Rodríguez (autor del blog La Aldea Maldita) supo que yo andaba buscando una foto de
la estación de Cumbre. La semana pasada, por fin, se las ingenió para llegar desde
Guaracabuya hasta ella, atravesando guardarrayas y caminos abandonados.
Ahí
la tienen. Está deshecha, pero hace 40 años en su andén se detenía el
majestuoso Habana-Santiago. La ceiba que está en el fondo no me dejaría mentir.
1 comentario:
Camilo, tus palabras me hacen vivir un tiempo que no me pertenece (al menos como presente). He tratado de vivir el movimiento de los trenes, los pitidos, el ir y venir, el terremeto de la estación entre dos líneas.
¿Qué hacemos con el pasado? ¿Con la evidencia maltratada del pasado? Ha sido un placer hacer estas fotos para ti. Volveré a Cumbre. Espero que también regreses. Un abrazo enorme, desde Guaracabuya.
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