En diciembre del año pasado, Ana Rosario nos
regaló dos libros de Thoreau: Walden
y Cartas a un buscador de sí mismo.
Eso provocó una obsesión en Diana, quien se propuso leer o releer toda la obra
del naturalista y agrimensor norteamericano.
Al cabo de un año, y después de verla pasar
mucho tiempo a solas con Henry David, puedo asegurarles que Diana es otra
mujer. La financiera que conocí buscaba ávidamente su lugar en el mundo; ahora,
gracias al autor de Musketaquid, creo
que ha empezado a encontrarlo.
Ayer, cuando llegué a casa, me dijo que me
tenía una sorpresa. Era un texto. Lo escribió después de leer una página de El Diario de Thoreau. Estaba feliz y
saltaba como una niña. Por primera vez en su vida había puesto por escrito algo
que no fuera un informe estadístico, un análisis económico o un email de
trabajo.
Como su pequeña viñeta a mí también me
produjo mucha alegría, decidí compartirla en El Fogonero.
“El mercado fija, como
el tiempo, el precio de las cosas.
Nosotros fundamos el
aprecio de aquello junto a lo que vivimos y amamos”
Luis García Montero
Mi
botella de cristal de Bohemia me costó 10 dólares en un especial. Se trataba de
una joyería en San Cugat del Vallés, una pequeña ciudad catalana a quince
minutos de Barcelona. Sus dueños habían decidido cerrarla y estaban liquidando
toda la mercancía. Ahí la encontré.
En
ese momento no tenía nada que hacer con ella. Mi hogar era demasiado estrecho
para presumir de un objeto como ese. Por alguna razón inexplicable, decidí
aprovechar la oferta. Al llegar a casa la llené de un ron que habíamos llevado
desde Santo Domingo.
Durante
15 años el ron se mantuvo intacto en la botella. En 2011, construí un nuevo
hogar junto a Camilo Venegas. Pocas cosas vinieron de mi vida pasada. Pude
desprenderme de casi todo pero, por alguna extraña razón, rescaté mi botella de
cristal de Bohemia.
Sigue
llena de ron. Pero ahora apenas dura unas semanas y vuelve a llenarse, sube las
escaleras, disfruta de la terraza y hasta de vez en cuando se ha caído
borracha.
En
la última caída perdió un pedazo, pero sigue siendo una bella botella de
cristal de Bohemia. Solo que ahora hay una gran diferencia, está viviendo la
vida para la que fue hecha.
Diana Sarlabous,
9 de septiembre de 2014
4 comentarios:
Me alegra mucho estar entre los primeros testigos de esta magnífica nota. Más aun, por razones de ego, aparecer en esas líneas, aunque sólo los 'entendidos' sabrán dónde. Pero mucho más todavía, me entusiasma la certeza de que vendrán otras notas como esta. Diana es una mujer en constante lucha por hacer germinar su sensibilidad, su capacidad intelectual de trascender ese mundo de números e implacable lógica de su profesión. ¡Arriba mi cuña!
Hacía tiempo no compartía un post de tu Blog. Me gustaría compartir este. Diana podría escribir mil cosas más, pero no podría haber tenido mejor inicio. Gracias por compartirlo.
Dios! A mí me marcó también el post sobre la cabaña que Camilo Venegas Yero escribió cuando la hija le regaló el libro de Thoreau.
Muy fuertes las resonancias que podemos tener con personas que apenas conocemos.
Gracias.
Quién sino Thoreau podría despertar el alma de de cualquier persona que sumergida en el la cotidianidad del y la prisa del mundo en que el cada día nos movemos, sin apenas nos percatemos del transcurrir del tiempo y de la vida misma, haciéndonos olvidar el verdadero significado y esencia de de esta.
PD: Dile a Diana que se lea algunos de los ensayos de Montaigne, se que le gustaran.
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