Las
portadas del Granma, órgano oficial
del Partido Comunista de Cuba, son una magnífica colección de disparates. Si un
estudiante de comunicación quisiera averiguar qué pasa con el oficio del
periodista en una dictadura, le bastaría con consultar el más de medio siglo de
existencia de este menudo libelo.
Nunca
he podido privarme de la manía de leer el Granma
a diario. Obviamente, no lo hago para informarme; lo asumo como un ejercicio
antropológico. Gracias a eso, por ejemplo, pude escribir la viñeta “Recorte de
prensa”, que aparece en mi libro ¿Por qué decimos adiós cuando pasan los trenes?.
Tengo
una amplia colección de portadas del Granma.
Las guardo en PDF o JPEG. Aunque trato de quedarme solo con las más
disparatadas y absurdas, mi folder supera los mil archivos. Acabo de guardar la
de hoy, 8 de septiembre de 2014, donde se reseña una “gigantesca ola de solidaridad que recorre el mundo”.
Cuando
se lee esa oración en un periódico, se le imagina acompañada por una amplia
foto aérea, donde se puedan apreciar las enormes dimensiones de una
multitudinaria marcha. No en el Granma.
El (publi)reportaje está ‘ilustrado’ con un desconcertante retrato de 17
individuos que portan 18 pancartas.
Más
de un crítico ha señalado que en Cuba la literatura ha tenido que asumir el rol
de la prensa, de ahí que cuando se quiera averiguar sobre crisis como la del
Mariel o la de los balseros, haya que acudir a la ficción y pasar por alto lo
que cuentan los periódicos oficiales.
Aun
así, yo insisto en alimentar mi colección de portadas del Granma. Gracias a eso mantengo fresco en mi memoria el recuerdo de todos
esos absurdos y horrores que, en honor a la verdad, ya debería haber olvidado.
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