©Iván Cañas (1968)
“En
la ciudad que posee la isla en el centro/ hay un tren descarrilado,/museo
nacional…”, así empieza una trova de Silvio Rodríguez que tiene acordes de rock
and roll. Se refiere al convoy militar que fue tomado por las tropas de Ernesto
Guevara en la batalla de Santa Clara.
Ese
hecho fue decisivo para que el dictador Fulgencio Batista decidiera abandonar
el poder y huir en la madrugada del 1 de enero de 1959. Es curioso, un tren
descarrilado marca el comienzo de una serie de accidentes que condujeron a la
nación cubana a la ruina.
El
acto para conmemorar el XV aniversario del asalto al Cuartel Moncada, el 26 de
julio de 1968, tuvo lugar en Santa Clara. Al artista Raúl Martínez le pidieron
unos murales para celebrar la ocasión. A su vez, la revista Cuba Internacional le encargó el primer
trabajo a un joven fotorreportero que acababa de incorporarse a su redacción.
Era Iván Cañas.
Esa
noche, Fidel Castro hizo una promesa en su discurso:
“Algún
día —y ese día no estará lejano—, a un ritmo sorprendentemente rápido, con
ayuda de la técnica, con la ayuda de las máquinas, con la ayuda de la química,
muchos de los duros esfuerzos que nuestro pueblo realiza hoy no los tendrá que
hacer. En un futuro no lejano nadie
tendrá que cortar una caña con un machete, nadie tendrá que limpiar un campo
con un azadón, esos trabajos duros que tenemos que hacer hoy cuando no tenemos
esas máquinas, cuando no tenemos esa técnica para ganar la batalla del
subdesarrollo”, aseguró el Comandante en Jefe.
Lejos
de cumplirse su promesa, Cuba se ha hundido cada vez más en el subdesarrollo y
la pobreza: las zafras azucareras no alcanzan ni siquiera la producción de la
época colonial, el trasporte urbano ha vuelto a la tracción animal y a los
campesinos les resulta difícil hasta conseguir un azadón.
Aun
cuando todo era optimismo a su alrededor, Iván Cañas parecía intuir la inminencia
de la catástrofe. Nótese que a casi todos los rostros que captura su lente les
cuesta un enorme trabajo sonreír. El único que parece lleno de esperanza es su
amigo y maestro Raúl Martínez, quien entonces tenía sus convicciones blindadas.
Desde un tren ruedas arriba, Iván retrata a un Raúl Martínez pletórico. Hay tantas contradicciones entre el pintor, su obra y el paisaje que los rodea, que parecen escenificar una nueva batalla.
Desde un tren ruedas arriba, Iván retrata a un Raúl Martínez pletórico. Hay tantas contradicciones entre el pintor, su obra y el paisaje que los rodea, que parecen escenificar una nueva batalla.
6 comentarios:
VAS BIEN, CAMILO!!!
Sr. Camilo, el trabajo que usted está haciendo con El Fogonero es admirable; creo que ha rebasado eso que llamamos "blog" y está produciendo una verdadera publicación cultural de Cuba, porque el hecho de que insista en los temas ferroviarios y lo haga desde Dominicana no le quita su esencia cultural y cubana... Lo felicito de todo corazón y que Dios le de mucha salud e inspiración para que siga adelante con esta obra.
Tienes un excelente blog Camilo. Lo sigo hace tiempo. Es un modelo de imaginación y buena prosa, llena de certezas. Me gustaría poner el mío en tu lista de vínculos. Te mando el link, no escribo tan a menudo como tu, pero algo hago a veces. Saludos y felicitaciones, Minerva Salado
http://esquinaconbanca.blogspot.com
Minerva, es un honor para mí incluirte en mis Enlances Cubanos. Gracias por pasar por El Fogonero. Un abrazo grande, poeta.
Estas dos entradas sobre Iván son inmejorables. Iván es uno de los grandes de la fotografía cubana, no sólo de su generación, y lo merece. Minerva
Gracias a ti, querido
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