03 julio 2012

Miguel Pérez, el Chino

 
Aunque nacimos y nos criamos a unos pocos kilómetros de distancia, lo conocí en La Habana de 1983. Ese año comenzamos a estudiar teatro en la Escuela Nacional de Arte. Miguel Pérez, el Chino, se convirtió en un hermano en apenas unas semanas. Teníamos más de una coartada para eso.
Además de la solidaridad municipal (el Paradero de Camarones pertenece a Cruces), nos unían las mismas concepciones sobre el arte teatral y algunos principios que ninguno de los dos estaba dispuesto a negociar. El Chino era muy talentoso como actor, pero también tenía mucho talento como ser humano.
La vida real (eso que quedaba fuera de los muros de barro cocido de Cubanacán), acabó por distanciarnos. Pero siempre que nos reencontrábamos, nos poníamos al día con un fuerte abrazo y unas pocas frases. Eso no ocurre hace más de 14 años.
He vuelto a dar con él en esta foto. Está teñido de azul y armado con una banderola. Conozco muy bien ese escenario. Es en Cruces, a unos pasos del Prado y la estación de ferrocarril. Me encantaría estar dentro de esa imagen, disfrutando al Chino en lo que más él disfruta: provocar al espectador.
Es probable que cuando nos reencontremos seamos mucho más viejos aún. Pero todos nuestros recuerdos en común sucedieron hace ya tanto tiempo, que volveremos a ser jóvenes de una manera irremediable. Al fin y al cabo aquella escuela, aquella Habana y aquella Cuba, era todo lo que necesitábamos para ser lo que queríamos ser.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Camilo eres un tipo muy especial, te disfruto cuando recuerdas a la gente que quieres.

Rayza dijo...

Ñoooooooooooooo el chinito de la ENA..... QUE NOSTALGIA!