08 noviembre 2011

Quedamos solo fantasmas de ayer

Llegamos a Cienfuegos a finales de los años 80. Éramos recién graduados y teníamos que cumplir el servicio social. Durante poco más de dos años fuimos inseparables. Compartimos la música, los proyectos, las ideas, las obras, los sueños, la ropa y hasta las camas.
Jorge Luis, Ricardo y yo habíamos estudiado en la escuela de Arte de Cubanacán, Johanna en San Alejandro, Marta en la Universidad de Las Villas y Desiderio en la de Oriente. Teníamos tantos deseos de hacer cosas, que llegamos a rediseñar el cartel lumínico de la estación de trenes. Nos detuvieron justo cuando íbamos a convertir los vagones del tren de La Habana en un enorme mural.
Cada vez que intentábamos hacer algo, chocábamos con la burocracia y la abulia provincial. En verdad, pudo irnos peor. Si salimos ilesos de todo aquello en parte fue por Miguel Cañellas, quien nos acogió como a hermanos y se convirtió en un muro de contención de tantos y tantos absurdos.
Una de las primeras tareas que nos encomendaron fue hacer una velada artística en homenaje a la caída en combate de un guerrillero. La escenografía estuvo a cargo de Jorge Luis, Johanna y Ricardo, quienes habían estudiado pintura. Desiderio hizo la investigación histórica, creo que Marta el guión y a mí me tocó dirigir el espectáculo.
No logro recordar cuál fue el argumento que usamos para convencer a los funcionarios de que la velada debía concluir con "Actuar para vivir", una canción de Fito Páez. Tampoco me viene a la cabeza qué pasaba en el escenario cuando Juan Carlos Baglietto decía: “Y te aplaudirán, te aplastarán/ aquí la frustración, la piel, las ganas,/ aquí serás payaso y domador/ y serás el juez y el perdedor,/ aquí se invertirán los roles/ para usted…”.
Cuando volví a pararme en el escenario del Teatro Terry, junto a Cañellas, traté en vano de reconstruir aquella noche. Sospecho que acabamos bebiendo vinos búlgaros y comiendo quesos de Cumanayagua en El Palatino. Ese era el lujo más grande que podíamos darnos en una época donde ninguna pobreza nos impidió ser dichosos.
Ahora, como en la canción de Fito, “quedamos solo fantasmas de ayer”. Cañellas es el único de nosotros que permanece en Cuba. Como un vigía, cuida de “toda esa magia escondida/ la de los altos telones…”. De ella cuelga nuestra ausencia.

7 comentarios:

Niurka Calero dijo...

De ella cuelga nuestra ausencia....

ZoePé dijo...

¡La canción más famosa de la trova rosarina! Y no por gusto estuvo en esa función que describes y después, en el momento de esa foto que hoy publicas y que (intuyo) la tiró Diana.
¿Y la gripe? ¿Mejor?
Gracias.
Saludos.

Anónimo dijo...

coño Camilo, no soy amigo tuyo, no te conozco a no ser por una casulidad cibernetica que me trajo a este lugar, pero te felicito, este blog tuyo tiene una nostalgia a lo cubano que a mi casi 40 años y 13 fuera de mi habana me transporta un poco a ese lugar que abandone, que me abondo y siempre lo extraño.

Gino Ginoris dijo...

Son tan pocos los capaces de hacer de un regreso algo tan especial.Un abrazo.

Jorge Luis Miranda dijo...

Gracias Camilo por recordarme tan buenos tiempos. a Marta y el Chino los veo todos los años cuando voy a Miami, al igual que a Johana; el 27 de este mes vendrá a Madrid y le enseñaré tu facebook, porque ella no lo tiene y el chino tampoco.... de Desiderio no sé nada.

Anónimo dijo...

Bello y doloroso amigo Kmilo, como sabes me quedo pero me muevo, soy ese cienfueguero rechocho que como fray Miami,a Desiderio en su natal Guaimaro, como un gurú a los demás son fantasmas que al igual que a Kmilo me asalta a cada rato. Un abrazo oceánico, cañellas

Anónimo dijo...

bueno, se cortó el mensaje en fray, decía quen como fray Luis, regreso siempre a mi puesto de labor, jajaja, que hace mucho que no sabia de Miranda desde que nos encontramos varias veces en Madrid y a veces en FB y de Marta cuando la vi en Miami,veo o sé a cada rato a Desiderio.... lo que sigue arriba, otro abrazo