La Gran Piedra es una roca de 70 mil toneladas de peso que
pende de lo alto de la Sierra, a 1,225 metros de altura sobre el nivel del mar.
Una vez dentro aquella neblina, continuamos ascendiendo hasta llegar a las
ruinas del Cafetal La Isabelica, un paisaje arqueológico que fue declarado, en
el año 2000, Patrimonio de la Humanidad.
La familia Sarlabous se sumó a los miles de colonos
franceses que llegaron al oriente cubano a principios del siglo XIX. En las
montañas de Santiago de Cuba encontraron el lugar ideal para empezar otra vez
de cero. Allí recuperaron todo lo que la
revolución haitiana les acababa de quitar en Santo Domingo.
Pronto sus cafetales fueron parte de una exuberante
interrelación cultural que definió la identidad de aquella región. Eso nos dijo
la guía, quien nos esperó sonriente en el jardín. Ella desciende de los esclavos
haitianos que convirtieron a todo aquello en un imperio sobre las nubes.
Habla sin dolor, incluso cuando se refiere al agujero donde estaban
los perros que cazaban cimarrones. Describe la estructura con lujo de detalles:
la vivienda doméstica, el almacén, los jardines, la zona industrial, la zona
agrícola y la red de caminos.
Recalca que era “una de las industrias más elaboradas del
Caribe desde el punto de vista arquitectónico y técnico–constructivo”. Señala las
terrazas para el emplazamiento de los secaderos, el sistema de arcadas para
sostener el acueducto industrial y las albercas que almacenaban el agua de
lluvia.
Cuando nos explicó los diferentes llamados que se hacían con
la campana, Diana le pidió permiso para tocarla. A los Sarlabus les dio alcance
otra revolución y tuvieron que volverse a mudar de isla. La campana sonó como
un eco del eco sobre la ruina de las ruinas. Su sonido fue insuficiente, no
alcanzaba para revelar una historia tan larga.
2 comentarios:
Un dia a tu regreso de Cuba, me puse a mirar tus fotos del viaje y vi la de la Isabelica, desde entonces estaba esperando este post. Realmente valió la pena... Como te dije antes, yo viví ahí y tengo imborrables recuerdos del lugar, ademas de que conozco a casi todo el mundo por allá. Muy interesante. Gracias por escribir y compartir.
Un abrazo.
El cafetal de la Gran Piedra era pequeño. Durante años, el equipo de la Casa del Caribe peinamos esas montañas buscando als ruinas de los cafetales franceses y encontramos más de 100, uno de ellos intacto, el de Fraternidad, enorme. La importancia de esa industria fue fenomenal, pero sobre todo para Santiago, donde los franchutes llevaron su teatro, su música, su moda, el refinamiento de los españoles no tenian.
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