Llegamos a Cienfuegos a finales de los años 80. Éramos
recién graduados y teníamos que cumplir el servicio social. Durante poco más de
dos años fuimos inseparables. Compartimos la música, los proyectos, las ideas, las
obras, los sueños, la ropa y hasta las camas.
Jorge Luis, Ricardo y yo habíamos estudiado en la escuela de
Arte de Cubanacán, Johanna en San Alejandro, Marta en la Universidad de Las
Villas y Desiderio en la de Oriente. Teníamos tantos deseos de hacer cosas, que
llegamos a rediseñar el cartel lumínico de la estación de trenes. Nos
detuvieron justo cuando íbamos a convertir los vagones del tren de La Habana en
un enorme mural.
Cada vez que intentábamos hacer algo, chocábamos con la burocracia
y la abulia provincial. En verdad, pudo irnos peor. Si salimos ilesos de todo
aquello en parte fue por Miguel Cañellas, quien nos acogió como a hermanos y se
convirtió en un muro de contención de tantos y tantos absurdos.
Una de las primeras tareas que nos encomendaron fue hacer una
velada artística en homenaje a la caída en combate de un guerrillero. La
escenografía estuvo a cargo de Jorge Luis, Johanna y Ricardo, quienes habían
estudiado pintura. Desiderio hizo la investigación histórica, creo que Marta
el guión y a mí me tocó dirigir el espectáculo.
No logro recordar cuál fue el argumento que usamos para
convencer a los funcionarios de que la velada debía concluir con "Actuar para vivir", una canción de
Fito Páez. Tampoco me viene a la cabeza qué pasaba en el escenario cuando Juan
Carlos Baglietto decía: “Y te aplaudirán, te aplastarán/ aquí la frustración,
la piel, las ganas,/ aquí serás payaso y domador/ y serás el juez y el
perdedor,/ aquí se invertirán los roles/ para usted…”.
Cuando volví a pararme en el escenario del Teatro Terry,
junto a Cañellas, traté en vano de reconstruir aquella noche. Sospecho que
acabamos bebiendo vinos búlgaros y comiendo quesos de Cumanayagua en El Palatino.
Ese era el lujo más grande que podíamos darnos en una época donde ninguna
pobreza nos impidió ser dichosos.
Ahora, como en la canción de Fito, “quedamos solo fantasmas
de ayer”. Cañellas es el único de nosotros que permanece en Cuba. Como un
vigía, cuida de “toda esa magia escondida/ la de los altos telones…”. De ella
cuelga nuestra ausencia.
7 comentarios:
De ella cuelga nuestra ausencia....
¡La canción más famosa de la trova rosarina! Y no por gusto estuvo en esa función que describes y después, en el momento de esa foto que hoy publicas y que (intuyo) la tiró Diana.
¿Y la gripe? ¿Mejor?
Gracias.
Saludos.
coño Camilo, no soy amigo tuyo, no te conozco a no ser por una casulidad cibernetica que me trajo a este lugar, pero te felicito, este blog tuyo tiene una nostalgia a lo cubano que a mi casi 40 años y 13 fuera de mi habana me transporta un poco a ese lugar que abandone, que me abondo y siempre lo extraño.
Son tan pocos los capaces de hacer de un regreso algo tan especial.Un abrazo.
Gracias Camilo por recordarme tan buenos tiempos. a Marta y el Chino los veo todos los años cuando voy a Miami, al igual que a Johana; el 27 de este mes vendrá a Madrid y le enseñaré tu facebook, porque ella no lo tiene y el chino tampoco.... de Desiderio no sé nada.
Bello y doloroso amigo Kmilo, como sabes me quedo pero me muevo, soy ese cienfueguero rechocho que como fray Miami,a Desiderio en su natal Guaimaro, como un gurú a los demás son fantasmas que al igual que a Kmilo me asalta a cada rato. Un abrazo oceánico, cañellas
bueno, se cortó el mensaje en fray, decía quen como fray Luis, regreso siempre a mi puesto de labor, jajaja, que hace mucho que no sabia de Miranda desde que nos encontramos varias veces en Madrid y a veces en FB y de Marta cuando la vi en Miami,veo o sé a cada rato a Desiderio.... lo que sigue arriba, otro abrazo
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