El 30 de noviembre de 2000 comenzó a crecer el lado dominicano de Camilo Venegas. Ese día llegué al aeropuerto de Las Américas con la esperanza de empezar una nueva vida del otro lado del Paso de los Vientos, ese estrecho que comunica a Cuba con La Española, la isla donde he permanecido por una década.
Si mi gratitud con todos los dominicanos que me tendieron su mano al pasar no fuera suficiente, bastaría lo que este país me ha dado a cambio de mi trabajo. Aquí me he sentido útil y he construido cosas con amor o desamor, pero siempre con la satisfacción que da no tener que traicionar nada y ser fiel a mí mismo.
Martha Sepúlveda, una amiga dominicana a la que aprendí a querer por sus carcajadas y su honestidad, siempre me decía que ella hubiera querido para su gente una educación como la que teníamos los cubanos. Yo, a cambio, siempre le replicaba que hubiera querido para los míos una libertad como la que ella disfrutaba.
En honor a ese intercambio, me sumé a la campaña que le exige al gobierno dominicano una inversión de al menos el 4% del PBI en la Educación. Solo así el futuro de este país podría cambiar y el sueño de Martha alcanzar al mío. José Martí dijo que tenía dos patrias, Cuba y la noche. Las dos mías son más tangibles, pero necesitan tanta claridad como las suyas.
Como no voy a seguir escapando de mi destino, quiero que República Dominicana cambie y su gente tenga derecho a una educación y un futuro mejor. El día que pueda hablar en Cuba con la libertad que lo hago aquí, defenderé otras cosas. Mientras tanto, asumo el deseo de Martha en ausencia de ella.
4 comentarios:
Me encantó!
Todo mi cariño de siempre.
Camilo, aunque nunca te contesto todos tus escritos; creeme que los disfruto.
Hay cosas que a mi edad lucen borrosas y con tus escritos reviven en mi mente. Me agrada tu estilo y deseo para ti todo lo mejor que te pueda suceder, desde luego acompañado de tus seres queridos.
Un abrazo muchacho.
En el fondo. somos muchos los que compartimos sentimientos semejantes. Igual me pasa con Chile, que al como a ti en República Dominicana, nos acogió a mi maridoy a mi, con una diferencia respecto a ti de un mes, en el mismo 2000.
Nunca imaginé llegar a querer a otro país tanto, y Chile, ha logrado meterse en mi corazón. Me alegro de sus triunfos, y sufro con sus desgracias. He aprendido, sin renunciar jamás a mis raíces, a ser parte de esta tierra de terremotos, montañas nevadas, bosques y desiertos...
Excelente!!!
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