Cuando una dictadura se ve forzada a golpear y amordazar a una anciana, es que ya le tiene miedo a todo. Fuerzas paramilitares del régimen cubano, que en la isla se conocen como Brigadas de Acción Rápida, le pegaron en la boca y amordazaron a Reina Luisa Tamayo, la madre del preso político Orlando Zapata Tamayo, quien murió en febrero durante una larga huelga de hambre.
Cuando los de mi generación éramos niños, en la televisión pasaban un corto animado donde nos enseñaban a no tenerle miedo a las tumbas. Como nací y me crié en una zona rural, aquel episodio del campesino que salía corriendo despavorido al ver las lucecitas que se elevaban desde un enterramiento, fue tema de discusión en mi escuela durante años.
Por más que el maestro Gustavo trataba de explicar en qué consistía aquellas fosforescencias, los más supersticiosos del aula insistían en que en el cementerio de Cruces salían luces de todos los colores y se oían lamentos. “¡Fuego fatuo!”, decía el maestro con tono burlón, “¡Fuego fatuo!”.
Raúl Castro, como aquellos niños de mi pueblo, también le teme a las tumbas. Por eso ordenó que se les impidiera a los cubanos acercarse a la de Orlando Zapata, en el cementerio de Banes. 32 disidentes aún permanecen detenidos después de una brutal golpiza donde todos los involucrados en la manifestación fueron arrestados y despojados de cámaras y celulares.
Tanto miedo tienen, que se cuidaron muy bien de que ninguna imagen les recuerde lo sucedido. Y en parte tienen razón, porque Orlando Zapata vive, su ejemplo no es un fuego fatuo si no una luz que cada vez los condena más. Por eso el cementerio de Banes, ese pequeño amasijo de cemento, flores silvestres y abandono, se ha convertido en un monumento demasiado grande, inocultable.
1 comentario:
Es que SUS muertos, los que ellos mataron, los persiguen y no los dejan vivir...
Publicar un comentario