La vitilla es, como el “cuatro esquinas” cubano, el modo que tienen los dominicanos de armar un partido de béisbol bajo cualquier circunstancia. Se juega con un palo de escoba y una antigua tapa de botellón de agua (con la introducción de los botellones plásticos cambió el tipo de tapa. Pero las envasadoras de agua siguen produciendo vitillas “originales”, la cuales se pueden comprar en cualquier colmado).
Anoche disfruté hasta el final el partido decisivo entre Texas y Tampa Bay. Cuando los Rangers por fin lograron la victoria, me fui a Cubavisión para poder ver el juego entre Cuba y República Dominicana. A pesar de que en él se definía la medalla de oro del Campeonato Pre-Mundial, ninguna televisora local se interesó en transmitirlo. Supongo que antes averiguaron que no había ni anuncios ni televidentes para él.
El equipo Cuba, como siempre, estaba integrado por los más relevantes jugadores que hay disponibles en la Isla en estos momentos. Dominicana, en cambio, era una rara amalgama de veteranos en retirada y novatos desconocidos. Como consuelo, puedo decir que para mí fue un verdadero placer disfrutar otra vez del displicente Tony Batista o del audaz Bernie Castro, dos astros que años atrás brillaron en las Águilas Cibaeñas.
Este equipo dominicano, a diferencia de los que se han presentado en los Clásicos, no tenía ninguna estrella rutilante, pero todos sus integrantes estaban en forma (venían de jugar ligas en México y Asia) y eso hizo la diferencia. Los veteranos ya no son ni la sombra de lo que fueron y los novatos aún son una incógnita, pero bastaron para probar que Cuba ya no gana ni en la vitilla.
Porque eso fue lo que me pareció el partido al llegar a Cubavisión, después de haber estado 9 innings en Fox, disfrutando a Rangers y Rays.
2 comentarios:
Sabes qué creo? Que hay un problema de espíritu, de fondo. Más allá de cualquier preparación física, el cubano, que antes era por antonomasia un luchador y un vencedor de la vida dondequiera que se parara, hoy se sabe de antemano un derrotado sin esperanzas. Así nacen esos muchachos de ahora. Y así no gana nadie ni aunque le regalen el juego.
Asere, no es por nada, pero que bueno, ya Cuba ha ganado demasiado.
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