Su descripción no concuerda con la de Rocinante, pero muchos quijotes cabalgaron en él. El yipi Burro es un vehículo militar, ideado por los soviéticos para sus contiendas en Asia, Europa y África. Pero del otro lado del Atlántico, en Cuba, tuvo que enfrentar una batalla aún más compleja: la vida cotidiana de los cubanos.
Teñido de verde olivo, con cuatro puertas y una capota de lona, el yipi Burro fue capaz de vencer la más empinada de las lomas y el más anegado pantano; solo un obstáculo logró ponerle freno a su impulso: la inercia de un país que, como dijo un poeta, le exigió que no dejase de andar, porque en tiempos difíciles esa era, “sin duda, la prueba decisiva”*.
En la Escuela Provisional 162, en El Nicho, en una de las cimas del Escambray, un yipi Burro era nuestra única conexión con la realidad. Se iba los lunes y volvía los viernes al atardecer. Mientras tanto, el país, la familia y el mundo real era algo que ocurría en nuestra ausencia. Ah, pero cuando le oímos rugir del otro lado de las cascadas, imponiéndole su olor a gasolina a las montañas salvajes, todo cobraba sentido a nuestro alrededor.
El ruido del yipi Burro, solo eso necesitábamos para comprobar que seguíamos con vida.
2 comentarios:
Hace años no veía un yipi de esos, o no recordaba...
En favor de Reina Luisa Tamayo:
http://en2.es/Jx
yo cambie la cabecera de mi blog, hasta que cese la represión contra esta valiente señora y animo a los demás a que también lo hagan.
pasa el mensaje.
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