El muro de Berlín en realidad se comenzó a derrumbar en Leipzig. En el otoño de 1989 miles de ciudadanos protestaron por sus calles de forma pacífica. “La manifestación de los lunes” tenía un lema, “Nosotros somos el pueblo”, y reivindicaba dos palabras: democracia y libertad.
El 9 de noviembre de ese año, Alemania se reunificó y sus dos mitades derribaron a martillazos al muro que las dividía. Por su posición estratégica, Leipzig es hoy uno de los nudos ferroviarios más grandes y modernos del mundo. A la estación central de Hauptbahnhof, la llaman la “catedral del progreso”.
La Leipzig de la República Democrática Alemana ha desaparecido. Todo allí se ha transformado, todo, menos la gente que creció bajo el régimen socialista. Ni siquiera los manifestantes de los lunes han logrado asimilar el cambio. Con la democracia no hubo mayores inconvenientes, pero la libertad es una palabra que sólo se llega a entender cuando varias generaciones crecen con ella.
El 9 de noviembre de ese año, Alemania se reunificó y sus dos mitades derribaron a martillazos al muro que las dividía. Por su posición estratégica, Leipzig es hoy uno de los nudos ferroviarios más grandes y modernos del mundo. A la estación central de Hauptbahnhof, la llaman la “catedral del progreso”.
La Leipzig de la República Democrática Alemana ha desaparecido. Todo allí se ha transformado, todo, menos la gente que creció bajo el régimen socialista. Ni siquiera los manifestantes de los lunes han logrado asimilar el cambio. Con la democracia no hubo mayores inconvenientes, pero la libertad es una palabra que sólo se llega a entender cuando varias generaciones crecen con ella.
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