05 enero 2023

Lo más cierto en horas inciertas


Vuelvo a menudo al concierto de Roberto Carlos en Abbey Road. Muchas de las canciones que grabó en la capilla sixtina de los Beatles son parte esencial de mi identidad. Por eso lo puse hace poco en una fiesta que hicimos en casa.
Un amigo, a quien quiero como familia y admiro profundamente por su gran talento, me dijo que si hubiera oído mejor a Eric Clapton no me gustarían las baladas del brasileño. Me he pasado varios días pensando en eso.
A pesar de mis limitaciones musicales (tengo dos pies izquierdos y una incapacidad perfecta para afinar), presumo de mis escuchas. Conozco, por ejemplo, la obra de Clapton de principio a fin. Sus canciones son también parte de mi identidad.
Pero nací en el Paradero de Camarones y, gracias a esa enorme fortuna, sufro de adicciones como las rancheras mexicanas, los boleros de Victrola y las inmejorables baladas de los 70.
Rock aparte, no sé qué hubiera sido de mí sin "Amada amante", "Lady Laura" o "La distancia". Gracias a Roberto Carlos, nunca un gato en la oscuridad pasa inadvertido para mí. Gracias a él, también, aprendí a enamorarme como un perro. 
Lo siento por mi querido amigo y su exquisito gusto musical. Pero, repito, soy del Paradero de Camarones. Quiero seguir siendo tan fiel a las virtudes de mi pueblo como a sus defectos. Eso es lo más cierto con lo que cuento en horas inciertas.

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