El comandante Guillermo García Frías es un hombre de pocas comparecencias y todavía menos palabras. Aunque siempre fue una de las cinco figuras principales de la dirigencia cubana (junto a Fidel, Raúl, Almeida y Ramiro), rehuyó de cámaras y micrófonos.
Cuenta la leyenda que, en los festejos por el triunfo de la revolución, alguien le dio a probar whisky. Después de hacer una mueca, escupió la bebida. “¡Esa mierda sabe a madera!”, dijo mientras se limpiaba con su traje verde olivo. Esa afirmación le costó que años después lo bautizaran como El Comején.
Además de su predilección por los destilados escoceses, se sabe muy poco de él. Hombre de campo, prefirió la cría de gallos finos al protagonismo. Por eso en la mayoría de las fotos en la que aparece, casi siempre está escuchando y nunca hablando.
Eso hace que resulte más extraña aún una reciente comparecencia suya, donde expone un ambicioso plan que lleva a cabo. “La jutía tiene una carne con un nivel de proteína superior a todas las carnes. El cocodrilo igual. Estamos cultivando también el avestruz. Esta ave produce más que una vaca”, explica.
“Parece mentira. Pone 60 huevos y se gozan 40 pichones. Esos 40 pichones al año tienen 4 toneladas de carne, a 100 kilos cada pinchón”, abunda. Al igual que su Comandante en Jefe, García Frías se resiste a tener una vejez ociosa y le promete a los cubanos carne de sus singulares granjas.
El Comején dejó de comportarse como un avestruz y ha sacado la cabeza. Aunque todo parece ser fruto de la senilidad, no luce tan descabellado como las últimas ocurrencias de Fidel. Cualquiera de esos animales sabe mejor que un plato de moringa.
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