Hace unas semanas Diana Sarlabous y yo perdimos a unos queridos amigos. Al final de un lindo día nos confesaron que cada vez les resultaba más difícil tratar con nosotros. “Ustedes se han vuelto de derecha”, dijeron. Después de una agria discusión, dimos la media vuelta y nos fuimos con el sol cuando moría la tarde.
En un comentario de su blog, Silvio Rodríguez le sugirió al Estado cubano que revise el caso de Ariel Ruiz Urquiola, el biólogo que se mantiene en huelga de hambre y sed desde que fue injustamente encarcelado. Para evitar confusiones, el trovador lamentó que a Ariel lo apoyaran tantos contrarrevolucionarios.
Desde Barcelona y en su muro de Facebook, Jorge Ferrer le respondió a Silvio:
“Nosotros, a quienes llamas contrarrevolucionarios, llevamos 60 años llorando por ese pueblo, por su miseria, vindicando su libertad y sus derechos, investigando, catalogando su memoria, proponiendo, dialogando desde, casi siempre, el exilio para que sufran menos las víctimas, tus víctimas también. Y cuando muera Ariel, tú serás responsable de esa muerte por miserable, por hijoputa, por singao. Y perdónenme el francés, pero hay días y hay noches en que duele más ver la sima de podredumbre en que unos pocos hombres ayudados por unos millones más han hundido al país donde nacieron y vivieron los míos, yo mismo”.
Primero nos llamaron de derecha, después somos clasificados como contrarrevolucionarios. Décadas atrás eso me hubiera parecido un insulto. Ahora lo recibo como un elogio, porque quiere decir que tenemos una clara posición frente al régimen totalitario que oprime y arruina a Cuba.
A estas alturas no sé qué significa ser de derecha, como tampoco me queda claro quién es el verdadero contrarrevolucionario entre el que apoya a la dictadura (incondicionalmente, en el caso de Silvio) o el que se opone a ella. Esas etiquetas ya no me quitan el sueño.
Lo que sí es vital para mí es comportarme como un hombre libre y no permanecer indiferentes ante la tragedia que vive mi país. No tengo estómago para mirar para otro lado, prefiero renunciar a todo antes que hacer tanto silencio a cambio de tan poco.
La más reciente campaña publicitaria de Brugal, el ron de los dominicanos, apela a la libertad de ser. Con dos vasos de Extra Viejo a las rocas, Diana y yo brindamos por eso… y porque Ariel Ruiz Urquiola, gracias a la solidaridad de tantos “contrarrevolucionarios”, vuelva a cultivar rosas blancas, en junio como en enero.
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