Un enjambre de abejas se ha alojado en uno de los aleros de nuestra cabaña. La primera solución que nos ofrecieron fue fumigarlo. Pero eso nos pareció inaceptable. Estamos al tanto de la alarmante reducción que se ha producido en la población mundial de abejas. No podemos contribuir con ese mal.
Como cada vez disfrutamos más a nuestro bosque y nos encanta verlo lleno de abejas, mariposas y aves, acabamos tomamos la decisión que nos parecía más viable y —sobre todo— correcta. Gracias a un hecho fortuito, nos hemos convertido en apicultores.
Ya el panal está listo, lo acabo de pintar de “verde foresta”. Alito (nuestro hombre en la Loma de Thoreau) ya contactó a Darío, el campesino que más sabe de abejas en Arroyo Cercado, para que nos ayude con la mudanza. Tendremos que quitar parte del techo y algunas tablas, pero valdrá la pena el esfuerzo.
¡Mañana nuestras abejas tendrán una nueva casa, alegre y bonita!
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