Mi querido Iván Pérez Carrión, al verme en mis afanes campesinos, me retó a que escribiera una décima con el pie forzado "en la montaña más bella". Desafortunadamente, no heredé ni un tilín de la gracia que tenía mi abuelo Aurelio Yero para hilvanar espinelas.
Ya quisiera yo tener el talento rimador de Carlos Pintado o Manuel Sosa. No, no soy un guajiro de la estirpe de Renay Chinea. Pero tampoco me puedo quedar dao, eso también me lo ensañaron desde chiquitico:
En la punta de mi loma
no se ve Manicaragua,
tampoco Cumanayagua
ni el mar de La Coloma.
Pero llega el aroma
de Cuba, sin una mella,
que anuncia la centella
del futuro que ya viene.
Solo suba y espere
no se ve Manicaragua,
tampoco Cumanayagua
ni el mar de La Coloma.
Pero llega el aroma
de Cuba, sin una mella,
que anuncia la centella
del futuro que ya viene.
Solo suba y espere
en la montaña más bella.
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