El
socialismo y el hombre en Cuba convirtieron al robo en un signo de identidad de
la nación. Durante décadas, incluso los individuos más honestos se han visto
forzados a robar o a delinquir para poder sobrevivir. Nadie, absolutamente
nadie que haya vivido en la isla después de 1959, ha logrado enfrentar a la
vida cotidiana sin sustraer algo o adquirir algo sustraído.
Hace
unos años conocí a un ingeniero cubano que es consultor de los centrales
azucareros dominicanos. Cuando le dije que era ‘cubano de Cuba’, no pudo
contenerse y me hizo un comentario. “Yo sé que todos ustedes no son iguales,
pero mis clientes de la Florida no quieren contratar a cubanos recién llegados
de Cuba ni de camioneros. Es que se lo roban todo: el combustible, las
baterías, los neumáticos…”.
Un
cubano que vive en República Dominicana y es profesor de un reputado colegio
privado, trabajó en un agromercado en La Habana durante sus últimos años en la
isla (le pagaban mucho más que en un aula). Con una naturalidad pasmosa me
confesó que le ‘tumbaba’ unas pocas onzas a todos sus clientes. “Si no, no
podía vivir —fue su excusa—. Eran ellos o yo”.
Palabras
como ‘resolver’ o ‘conseguir’ y cubanismos como ‘trapicheo’, ‘bisne’ o ‘tumbe’
al final tienen un mismo significado. Son eufemismos que le aligeran el peso al
cargo de conciencia. Gracias a ellas los que son condenados por desfalco, robo
o malversación al final no son vistos como delincuentes sino como alguien que
tuvo mala suerte.
El
propio Estado ha sido el peor ejemplo para sus ciudadanos. Con la excusa del
embargo también ha hecho todo tipo de artimañas, casi todas ilegales, para tratar
de conseguir los recursos que su ineficiente economía no produce. Si el régimen
tiene una justificación, los ciudadanos tienen miles.
Ya sabemos todas las generaciones que tuvieron que crecer en Cuba para que el robo se convirtiera en un signo de identidad. ¿Cuántas tendrán que nacer para que deje de serlo?
Ya sabemos todas las generaciones que tuvieron que crecer en Cuba para que el robo se convirtiera en un signo de identidad. ¿Cuántas tendrán que nacer para que deje de serlo?
10 comentarios:
Eso le cuento a muchas persona, como dentro del código popular robar dejó de ser un pecado y las prostitutas son luchadoras.
Es una distorsión absoluta de la ética y los valores en general esa es la razón por la que salí de Cuba no quería que mi hija tuviera esas confusiones.
Que triste hermano a veces dan pena los cuentos y uno desea ser de cualquier lugar menos de Cuba.
Abrazos,
Eso es muy cierto. Pero ¿me vas a decir que ahi en Republica Domincana, donde vives ahora, no hay corrupción y robo mas grande que en Cuba?
un ingeniero cubano que dice: ''Yo sé que todos ustedes no son iguales...'' tronco de comemierda
Que gran verdad. Que buen retrato del "legado maldito" de las hienas de Biran a nuestro sufrido pueblo cubano.
Vas bien, Camilo!!!
"Nadie, absolutamente nadie que haya vivido en la isla después de 1959, ha logrado enfrentar a la vida cotidiana sin sustraer algo o adquirir algo sustraído." UNA VERDAD COMO UN TEMPLO!!!
No creo, ni existe constancia de ello, que los cubanos que viven en el extranjero, que son más de 2 millones, sean tanto o mas delincuentes que la mafias de Rusia y China o de organizaciones criminales internacionales como los narcotraficantes mexicanos o colombianos.
Creo que es cierto que dentro de Cuba, por la situación económica y los mecanismos de la llamada “propiedad colectiva” que por ser de todos no es de nadie, el hurto, principalmente al estado, es práctica habitual. Pero extrapolar eso a la mayoría de los cubanos y aplicárselo a la generalidad como dogma, después de haber salido del país y vivir en otras condiciones, es exagerar o desnaturalizar el problema.
Es cierto, la sociedad cubana atraviesa por una aguda crisis de valores. No sólo se roba, incluso los jóvenes se prostituyen por un puñado de pesos o por un poco de reconocimiento.
Parafraseando al poeta, conozco un caso que me da más pena. Sé de un intelectual cubano que ahora reside en República Dominicana que en sus años de escritor novel a principios de los 1990 y deseoso del reconocimiento de los círculos intelectuales de la gran ciudad, no dudó en irse a vivir en un tugurio de Centro Habana con un viejo zorro experto en seducir mancebos a cambio de algunos contactos en las revistas culturales más importantes de ese entonces.
Lo que sucedía más allá de las corroídas paredes de ese cuartucho no lo tengo claro. Sin embargo atendiendo al rápido salto del joven escritor a las más altas esferas de la intelectualidad cubana de la época, no es difícil de imaginar.
Camilo muy bueno este articulo tuyo, está muy objetivo. Mi padre dice que a él le robaron la tienda que con tantos esfuerzos y sacrificios logró tener y un día subitamente a las 5am dos barbudos con metralletas en manos le tocaron a la puerta de la casa y le pidieron las llaves de la tienda "Hermanos Abreira", a caso eso no fue un robo enmascarado bajo la palabra "intervención"?.Quién le pagó, indemnizó, o le dio algún tipo de compensación a mi padre? Acaso el gobierno revolucionario? Entonces como dice mi querido viejo: " eso fue un signo de que aquello no servía". Saludos Gustavo.
Tristemente cierto, amigo Fogonero....Lo que ha sucedido en nuestra isla, y sigue sucediendo es algo muy dificil de entender.....
Ivan Canas
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