Antenoche
se nos quedó la puerta del balcón ligeramente abierta. Eso hizo que se formara
un pequeño charco debajo del aire acondicionado. En la mañana, cuando me
levanté para ir al baño, sufrí la peor caída de mi vida. Atlántida, mi MacBook
Pro, quien me acompañaba en ese momento, se dio tantos golpes como yo.
A mí
los analgésicos han logrado aliviarme los fuertes dolores en la espalda. Pero
lo de Atlántida, desafortunadamente, es más grave. El técnico me acaba de
confirmar que la reparación costaría casi tanto como una máquina nueva. En ella
escribí cuatro libros: La vuelta a Cuba,
Resort, Contratiempo y Como si fuera
sábado. Somos inseparables desde hace cuatro años.
La
nueva MacBook Pro es de una generación superior. Tiene más capacidad en el
disco duro y, según el técnico, pesa mucho menos. Mañana pasarán toda mi
información. Prometen que quedará como si fuera Atlántida. Por eso pienso
llamarla igual, aun cuando sé que no lograré engañar a mis dedos.
Ellos
se darán cuenta de inmediato. Entonces sobrevendrá un incómodo periodo de
adaptación. Debo darles tiempo hasta que sean capaces de escribir ejercicios
literarios en la nueva computadora. Aún tengo a la vieja Atlántida delante.
Como la barba del personaje de Virgilio Piñera que se cae en el primero de sus Cuentos fríos, resplandece en toda su
gloria.
1 comentario:
Eso se puede arreglar (yo lo hago a cada rato). Solo necesitas paciencia, no hay que ser un tecnico. En powerbookmedic.com se compra esa parte, con el numero de serie de tu Macbook.
No la botes! y veo que la pantalla funciona por lo que es mas facil.
Saludos
Juanca
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