Mi
generación es la última análoga en la historia del mundo. Dentro de 30 años
seremos piezas de museo, como lo fueron durante décadas los veteranos de las grandes
guerras mundiales. Los que sobrevivan de nosotros serán los únicos que podrán
dar testimonio de cómo era el mundo sin Internet, Bluetooth, Wi-Fi, redes
sociales o smartphones.
Mi
generación es la última análoga en la historia del mundo… menos en países como Corea
del Norte y Cuba. Cuando uno llega a La Habana y logra atravesar ese sombrío
túnel donde los oficiales sellan los pasaportes, cae en la duda de si hizo el
viaje en una aeronave o en la máquina del tiempo. Los servicios, los vehículos,
los edificios y el comportamiento de la gente pertenecen a una época remota.
La
mayoría de los niños cubanos están creciendo sin tener el más mínimo acceso a
las actuales tecnologías. Una película, Habanastation,
de Ian Padrón, aborda el tema desde su lado más lúdico. Pero hay otro mucho más
trágico, que tiene que ver con la desactualización, la desinformación y hasta la
ignorancia de la mayoría de los cubanos de lo que realmente pasa en el mundo.
Algunos
de los que aún defiende a la dictadura, en su afán por desacreditar a los que disienten
y levantan su voz contra el anciano régimen, se mofan de empeños como 14yMedio o Estado de Sats con la excusa de que en Cuba nadie los conoce. “¿No
te parece terrible eso? —Le pregunté a un dominicano que aún admira a Fidel Castro,
el mayor responsable de las ruinas cubanas—. ¿Acaso no es tragedia que en pleno
siglo XXI a un país se le prive hasta del derecho a navegar con libertad por
Internet?”
Hace
unos días un amigo de la infancia, que aún vive en mi pueblo, me mandó a
preguntar en una carta por la actuación de los peloteros de nuestra provincia
en Grandes Ligas. Todas las noches, Yasiel Puig y José -Pito- Abreu escriben
una página de la historia del béisbol, que es uno de los signos de identidad
esenciales de Cuba como nación. A los 11 millones de cubanos que viven dentro de la
isla les impiden disfrutar con orgullo de eso.
Cuando
la dictadura caiga, sea de la manera que sea, Cuba parecerá uno de los cacharros que pintaba Ángel Acosta León. Pero habrá algo más terrible aún
que eso: el abismo cultural en el que se encontrarán los cubanos respecto al
resto del mundo. Solo por ese hecho es repudiable esa enquistada tiranía que
algunos insisten en llamar “revolución”.
2 comentarios:
¿Abismo cultural? Con ese pueblo tan culto y educado...
Es como si yo dijera lo que pensara pero dicho por un escritor como Camilo Venegas. Lo comparto.
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