El día que sus ojos azules me encandilaron, me puse tan torpe que en vez de preguntarle su nombre le dije que me quería casar con ella. Minutos despues, cuando nos íbamos a despedir, le fui a dar la mano y, nervioso, acabé dándole un beso (demasiado largo, tratandose del primero). A todo dijo que sí, a nada dijo que no. Hoy, en su cumpleaños, sigo celebrando la suerte de haberla hallado. Estoy convencido de que si nuestro encuentro hubiera ocurrido en otro año, época o estado, el resultado habría sido exactamente el mismo.
Esta foto es del día en que le regalé la bahía de Cienfuegos y el cielo de mi provincia. Todavía todo eso, conmigo incluído, sigue siendo de ella. Feliz cumpleaños, mi amor.
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