“No
es jamón”. Pocas expresiones cubanas son más difíciles de explicar. Ni siquiera
cuando se usa de una manera literal significa lo que se ha dicho. Este es el
caso. Caminábamos por la calle Obispo cuando dimos con un triciclo lleno de
piernas ahumadas.
Cada
dos o tres puertas, el conductor se detenía y lanzaba una pieza hacia el
interior. No la pesaba. Tampoco se tomaba demasiado tiempo en elegir cuál era
la próxima en ser despachada. Simplemente agarraba la pieza por las pezuñas,
tomaba impulso y se deshacía de ella.
Gracias
al emprendedurismo de los cubanos (nunca antes había hecho un mejor uso de esa
palabra) la cultura de servicio comienza a recuperarse en la Isla. Los cuentapropistas
(microempresarios en el resto del mundo) se las han arreglado para comenzar a
rescatar lo que ya parecía perdido.
Quizás
el más grande problema que enfrentan ahora los dueños de restaurantes y
cafeterías, es la ausencia de un mercado mayorista. Aunque sigue estando estrictamente
prohibido por las regulaciones, ya se sabe que en Cuba la realidad suele vencer
a las utopías. Lentamente, muy lentamente, todas y cada una de las ilegalidades
se convierten en Ley.
El punto de partida del mercado mayorista cubano es ese triciclo. No es jamón, es una necesidad imperiosa.
El punto de partida del mercado mayorista cubano es ese triciclo. No es jamón, es una necesidad imperiosa.
1 comentario:
"lucro ha sido y sigue siendo el motor social fundamental que impulsa a los hombres al progreso y a la eliminación de la pobreza, allí donde se le permite aflorar libremente." Venegas Lynch (este es economista y argentino y con B)
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