Cuando llegues a la calle Obispo
y el olor a gas de La Habana Vieja
comience a mostrarte
las ruinas de nuestro viaje,
no te distraigas demasiado.
Fijate bien
en los cristales empañados,
en uno de ellos
en uno de ellos
encontrarás la cara de sorpresa
de un muchacho de provincia.
Desgreñado y escurridizo,
Desgreñado y escurridizo,
como un gorrión municipal,
te veré pasar de mi brazo.
Muerto de envidia, Diana,
les estaré diciendo adiós.
Tú pasarás tan entretenida
con el Camilo que soy,
que no me advertirás,
mucho más joven
y bueno,
libre todavía
de todos los naufragios
que me pervirtieron.
Ah, si lograras verme,
mujer mía,
si por un segundo
advirtieras
que ese infeliz,
flaco
y desharrapado,
es lo mejor
que te puedo ofrecer
de todo lo que te espera.
Nada que haga
de ahora en adelante
será más puro
que la mirada
ojerosa
y
tierna
que verás
en los cristales empañados.
4 comentarios:
Bueno Bueno!!!! Dianaaaaaaaa debes estar felizzzzzzzzzzz. Bello esto!!!!!
Un abrazo a los dos.
POEMAZO!!!
Que lindooooooo!!!!!!
Entre "Ítaca" (Kavafis) y "Ah, que tú escapes..." (Lezama). Sincero, al menos.
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