En 2012, Leonardo Padura ha salvado con su nombre al más
importante reconocimiento literario de Cuba. De un tiempo a esta parte, el
Premio Nacional de Literatura de mi país se había convertido en un penoso
inventario de escritores prescindibles.
Con Padura, además, por fin se alcanza una generación que se había
evitado durante más de una década. Por culpa de esa tozuda resistencia, el
Premio llegó a extremos tan innecesarios como Guane, el más occidental municipio
de la Isla.
Ojalá que en 2013 se supere otro trauma más y se incluya entre los
candidatos al reconocimiento a cubanos en el exilio. Nada justifica, por
ejemplo, que Nersy Felipe ostente el Premio antes que Abilio Estévez o José
Kózer. Eso lo entendería hasta el mismísimo Cochero Azul.
Otro acto de justicia fue el Premio Nacional de Edición a Alfredo
Zaldívar. En los años 90, cuando la caída del Muro de Berlín derrumbó la
industria editorial cubana, las Ediciones Vigía se convirtieron en un refugio,
tanto para los escritores emergentes como para los clásicos que aún vivían.
Ni siquiera la mediocridad provinciana logró desalentar a
Zaldívar, quien se vio forzado a refundar las Ediciones Matanzas cuando los
oportunistas se apropiaron de su taller artesanal. Ahora ya se sabe que el
encanto no estaba en los libros hechos a mano, sino en quien hacía posible
aquel acto de iluminación.
Gracias a Leonardo Padura y Alfredo Zaldívar ambos reconocimientos
tienen más credibilidad y peso que unos meses atrás. Por esta vez, los premios
fueron los premiados.
3 comentarios:
Prefiero al Camilo rebelde antes que el buen amigo. Na, asere, que disfruto más cuando te pones sarcástico.
FELICIDADES A ZALDIVAR Y UN ABRAZO PARA TI CAMILO POR TU FIDELIDAD A LOS AMIGOS MAS ENTRAÑABLES.
A MI NO ME GUSTA PADURA, PERO ADMITO QUE YA NO QUEDAN GRANDES ESCRITORES EN CUBA.
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