13 noviembre 2011

A taste of Paquito

Durante un mes y unos días me dediqué a contar, única y exclusivamente, las impresiones del viaje de regreso a Cuba. No quería que nada interrumpiera esas notas. La idea era que se pudieran leer de corrido, en el mismo orden de nuestro itinerario. Eso me impidió dejar constancia en El Fogonero de algunas cosas.
Aunque dije los que pensaba de ella en Twitter y en Facebook, la muerte de Laura Pollán merecía un post. No por ella, sino por mí. Alguien así inspira demasiado. Las heroínas de mi país solían ser mujeres de leyenda, capaces de incendiar una ciudad o exigirles a sus hijos que se marcharan a la guerra.
Laura, en cambio, era un ama de casa, una cubana común y corriente que las circunstancias fueron arrinconando hasta dejarla a la vista de todos, jugando un papel protagónico y decisivo. A diferencia de otras patriotas célebres, que solo conocemos por ilustraciones edulcoradas, Laura tenía cara de familiar cercano. Nadie podrá evitar que su historia sea parte de la Historia.
A la mayoría de los cubanos que viven en Cuba, esos que nunca se enteraron de quién era Laura Pollán, tampoco les llegó la noticia de los Grammy que merecieron obras de Paquito D´Rivera, Cachao, Amaury Gutiérrez y Lena. Llama poderosamente la atención que los únicos premios reseñados por la prensa oficial cubana fueran los de Calle 13, un dúo de puertorriqueños.
El mismo día que todos en mi país se enteren por fin de quién fue Laura Pollán, oirán con entera libertad el clarinete de Paquito D’Rivera. Durante todas estas décadas de improductividad y precariedades, en Cuba se han perdido muchos sabores esenciales. Algunos de ellos puede que sean ya irrecuperables. El de Paquito, en cambio, sigue ahí, esperando.
Seguiré contando las cosas de El regreso, pero a partir de ahora no dejaré nada para después. Hace tiempo aprendí que las cosas hay que decirlas a tiempo y sonriente… aunque duelan.

4 comentarios:

Lilo Vilaplana dijo...

Que buen articulo camilo

Leticia dijo...

Es bueno saber eso. Lo del viaje a Cuba me encanta, pero extrañaba a este Camilo, ácido y tierno, que dice las cosas a boca de jarro y sin medir las consecuencias. Eres tan auténtico que asustas.

Anónimo dijo...

si, empingao

Liset López dijo...

Excelente!!!