Siempre he mentido. No soy del Paradero de Camarones. Llegué
allí con 6 años, cuando mis padres se divorciaron y mi madre me llevó a vivir
con mis abuelos. En realidad nací en la Clínica del Maestro de Santa Clara.
Pero, en honor a la verdad, solo hay dos espacios de esa ciudad que reconozco
como míos.
El primero es el estadio Augusto César Sandino. Soy fanático
del béisbol y ese es el campo donde la Trituradora Naranja escribió su leyenda.
En la hierba del jardín central sucedieron las jugadas más
espectaculares de Víctor Mesa. En su pizarra se anotaron los momentos más
felices de mi provincia.
El segundo es el nudo ferroviario. Siempre que subía al
apartamento de mi tío Aldo, buscaba la ventana por donde se alcanza a ver el taller de
locomotoras y parte del Patio Norte. Eso hice en cuanto llegué. Una vez allí,
me reencontré con los olores de la ciudad y con los ruidos por los que la
descubro.
La mayoría de los que llegan a Santa Clara van en busca de
una tumba, de un tren descarrilado o de un parque donde un niño le saca el agua
a su bota. Ninguno de esos símbolos tiene nada que ver conmigo. Los trenes que yo
busco aún se mueven y el parque está delimitado por líneas de cal.
Santa Clara es una ciudad mucho más extensa, pero apenas dos
espacios suyos me bastan para encontrarme con ella. Dure lo que dure mi estancia, puedo moverme por ellos sin tener que ir más lejos.
2 comentarios:
estuvimos cerca de nuevo, carajo
Se que Ud. siente que le faltaron lugares.Intuyo que recordo La Loma del Capiro,El Parque de la Pastora,El Carmen,Buenviaje,Independencia y El Parque Vidal.Y porque no, El Paseo de La Paz. El Condado y La Ceibita.Gracias Sr.Venegas por traerme gratos e ingratos recuerdos de nuestra ciudad.
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