Hoy se murió María Schneider. Era una señora de 58 años, llena de canas y descuidada. En su último rostro eran visibles todas las cicatrices de la decepción. Nadie podría reconocer en ella a la muchacha que, allá por 1972, se desnudó delante de Marlon Brando para protagonizar una de las películas más escandalosas de todos los tiempos: El último tango en París.
El periódico italiano La Repubblica buscó a Bernardo Bertolucci para que dijera algo sobre ella: “Su muerte ha llegado demasiado pronto, antes de que pudiera volver a abrazarla, y al menos por una vez pedirle perdón”, dijo el director. Los que leyeron la última entrevista de María, saben a qué se refería Bernardo. Al parecer, ella nunca se recuperó de los traumas que le produjo el rodaje.
Uno de sus momentos más difíciles, según confesó, fue la famosa escena de la mantequilla: “Fue una idea de Marlon. Y Bertolucci me dijo lo que tenía que hacer poco antes. Me engañaron. Casi me violaron. Esa escena no estaba prevista. Las lágrimas que se ven en la película son verdaderas”, confesó.
Las drogas y la desilusión fueron reduciendo a María Schneider hasta el más absoluto olvido. De no de ser por los 129 minutos de El último tango en París, hoy a nadie le hubiera llamado la atención su muerte. Que una mujer sucumba a un cáncer en París no es noticia. Pero si alguien repara en que se trata de la misma muchacha que entró por la puerta de la historia del cine con un sombrero y un abrigo de piel, asustando a un gato, todo cambia.
María Schneider ya no está en este mundo. Sin embargo, la muchacha de celuloide que Brando besó por todas partes, milímetro a milímetro, es eterna.
2 comentarios:
Bellísimo post, entrañable, para hacerle honor a esa mujer bella.
gracias Camilo, bello homenaje a esa mujer que vi primero con cierto aire de misterio en las prohibiciones que conocemos y después he disfrutado varias veces, la película la guardo entre mis favoritas
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