
Eso, de cierta manera, representaría su regreso a la isla. Para narrar la parte final de la historia, mi amigo abría los brazos y se inclinaba para sugerir una balanza. “Tú estás loco −decía que dijo Celia−, para que la isla se vaya de lado”. La presunción de Celia Cruz de que once millones de cubanos se desplazarían hasta el territorio ocupado para escucharla, parece más creíble que la afirmación hecha por Fidel Castro (en el hipotético caso de que aún esté en condiciones de afirmar cosas) de que el pueblo de Cuba tiene entre sus prioridades recuperar ese pedazo de bahía.
“Mantener una base militar en Cuba contra la voluntad de nuestro pueblo, viola los más elementales principios del derecho internacional. Es una facultad del Presidente de Estados Unidos acatar esa norma sin condición alguna. No respetarla constituye un acto de soberbia y un abuso de su inmenso poder contra un pequeño país”, reflexiona el Comandante. Puestos a elegir, los cubanos tienen otras prioridades.
Si tuvieran que escoger, por ejemplo, entre la devolución del territorio que ocupa actualmente Estados Unidos o una transición hacia la democracia, con toda seguridad votarían por la segunda opción. Por algo el gobierno revolucionario se vio forzado a sembrar el campo minado más grande del mundo alrededor de la Base Naval de Guantánamo.
No es de los marines que se cuida sino de su propio pueblo. Es a él a quien ataja.