Es cierto que los historiadores se han concentrado demasiado en la dictadura de Rafael Leonidas Trujillo. Pero también es cierto que en ese nefasto trecho de la historia nacional, se pueden hallar las claves que mejor explican algunos de los males que más afectan a la sociedad dominicana actual.
El legado de los regimenes totalitarios suele ser peor que los horrores y las infamias que se cometen durante su existencia. Esa sola excusa justifica que se vuelva una y otra vez a escudriñar en ese pasado, subrayando todas las razones que posibilitaron que el destino de un país fuera secuestrado por un solo individuo.
“Mientras haya dictadores y ese fenómeno esté como una Espada de Damocles sobre las sociedades latinoamericanas, la novela del dictador va a continuar muy viva en América Latina”, dijo no hace tanto Mario Vargas Llosa. Esa sentencia es tan válida para la literatura como para la historia. Nunca estará de más volver a mirar al país por un espejo retrovisor, sobre todo si eso nos ayuda a ver mejor hacia delante.
El legado de los regimenes totalitarios suele ser peor que los horrores y las infamias que se cometen durante su existencia. Esa sola excusa justifica que se vuelva una y otra vez a escudriñar en ese pasado, subrayando todas las razones que posibilitaron que el destino de un país fuera secuestrado por un solo individuo.
“Mientras haya dictadores y ese fenómeno esté como una Espada de Damocles sobre las sociedades latinoamericanas, la novela del dictador va a continuar muy viva en América Latina”, dijo no hace tanto Mario Vargas Llosa. Esa sentencia es tan válida para la literatura como para la historia. Nunca estará de más volver a mirar al país por un espejo retrovisor, sobre todo si eso nos ayuda a ver mejor hacia delante.
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