Giran sobre el espejo de agua
como si no les hiciera falta
dar con la salida al mar.
Pasan sobre las cabezas
de los que reman
contra la corriente.
Despejan la niebla
que estuvo esparciendo
la llovizna
durante la noche.
Algunas rozan
la piel del río,
otras se elevan
para gritar
desde lo más alto.
Se dejan llevar
por el cauce
de una ciudad
que ejecuta
cada movimiento
como si se tratara
de una danza.
Ya los que reman
vuelven,
alentados
por una embarcación
que los sigue
a distancia.
Las gaviotas
pasan otra vez
sobre sus cabezas
y también
se dan la vuelta.
Definitivamente,
el mar
no parece importarles.
Nada las sacará
de su rutina,
ni siquiera la noticia
de que Paul Auster
ha muerto.
2 comentarios:
Cada palabra tuya refleja tu extraordinario ser alado.
Cada palabra mía tiene una gran deuda contigo, Salvador Lemis.
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