Estos dos tomos con obras maestras del teatro norteamericano me cambiaron la vida. Nunca tuve ejemplares propios, porque los compré junto con Alexis Díaz de Villegas y siempre asumimos que eran de los dos. También los leí con el Majá. Íbamos comentando obra a obra mientras O'Neill, Williams, Miller, Odets y Albee nos trocaban las cabezas.
Otro condiscípulo, mi querido Raúl Martín, acaba de conseguirme ambos volúmenes en La Habana. Uno ya perdió la cubierta, el otro también está bastante deteriorado. Pero lo que me importa de esos libros son sus tripas. Ese gran aporte a nuestra cultura que hizo Felipe Cunill al traducir a esos gigantes al idioma que hablábamos en aquella Cuba.
A veces lo único que necesitamos es un libro. Ya precisaba esos dos y Raúl logró conseguirlos. Acabo de contraer una deuda impagable e incobrable.
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